ME pierdo con la estrategia del Partido Popular en Melilla. El viernes 25 de septiembre sale el diputado Daniel Conesa diciendo que están dispuestos a pactar con los socialistas de Gloria Rojas y lanzando, de paso, un órdago a Génova, al reclamar que esa coalición PP-PSOE se cierre también a nivel nacional. La pulla tiene que haberle sentado como un tiro a un Pablo Casado que este miércoles desaprovechó la sesión de control al Gobierno y utilizó todo el tiempo y la pólvora que tenía a su disposición para meterle el dedo en el ojo a Pedro Sánchez, preguntándole si está protegiendo el futuro de los españoles. El martes 29 de septiembre, cuatro días después de que Conesa tendiera la mano a Rojas, sale el ex presidente Juan José Imbroda y da por zanjado un pacto con el PSOE de Melilla porque, según contó, la líder socialista le dijo que “no”. Para que a nadie se le olvide que Imbroda, como Dios, está en todas partes, el ex presidente dio además por buenos los rumores que apuntan a que CpM y PSOE negocian la sustitución de Eduardo de Castro. La idea es que el de Cs se quede en el Gobierno como consejero y ceda la Presidencia a Gloria Rojas, que se habría comprometido a gobernar sin disgustar a Mustafa Aberchán. El líder cepemista será, según Imbroda, el poder en la sombra. En caso de que De Castro no entre en el juego, PSOE y CpM barajan conseguir los apoyos del ex diputado de Vox, Jesús Delgado Aboy y despedir al de Ciudadanos con un afectuoso saludo en plan “Hasta luego, Lucas”. El cambio de cromos estaría sustentado en la necesidad de poner al frente del Gobierno de Melilla a alguien más resolutivo, según la versión oficial. La alianza entre los dos partidos con mayor peso en el tripartito invita a pensar que aquí también entran en juego las ambiciones personales. Ni CpM ni PSOE respetan a De Castro. No porque él no se dé a respetar, sino porque el respeto, en política, se gana en las urnas y con un solo diputado es difícil defender nada con firmeza. Me llama la atención que Aberchán no pelee la presidencia para Dunia Almansouri, que también sería la primera mujer en hacer historia en el Gobierno local. Sus motivos tendrá para preferir a Gloria Rojas por encima de un primer espada de su partido. Volviendo a la mano tendida de Conesa del viernes, tenemos que reconocer que disfrutamos viendo cómo se la envainó Imbroda el martes. La única explicación posible para montar este espectáculo es que la reunión con Rojas haya tenido lugar entre el viernes y el lunes pasado. Por algo la rueda de prensa de Conesa nos sonó a muchos a ultimátum, cuando dijo que no iban a estar esperando toda la vida por la respuesta de la líder socialista. Pues bien, recapitulando: Imbroda dio el paso y ofreció pacto al PSOE y estos han rechazado su oferta. Ha sido una buena jugada política del popular porque ahora nadie podrá acusar al PP de no haberlo intentado incluso cuando muchos apoyaron dar este paso deseando que el “no” llegara cuanto antes. Seguro que os podéis imaginar cómo se iban a tomar sus votantes ese giro hacia el centro izquierda en una sociedad como la nuestra que está tan polarizada. El caso es que Imbroda aprovechó además su intervención del martes para despejarnos las dudas que nos dejó en el aire la comparecencia de Conesa. El ex presidente dio pistas sobre los temas que necesitan solución y en los que una coalición fuerte de PP-PSOE podría trabajar y conseguir resultados: habló de temas abstractos como economía, menas y pandemia, pero mencionó un tema concreto que, por fin, alguien alude en esta ciudad: la obligación de servicio público en las líneas aéreas y marítimas. Aunque sólo resolvieran este último, la alianza habría valido la pena. Y en medio de este panorama nos despachamos ayer con el anuncio de la Ciudad de cerrar parques infantiles, justo cuando una orden ministerial autoriza a abrirlos porque los niños están mejor al aire libre, que encerrados con las manos en la boca. Me comentaba un empresario melillense que siempre anda muy rápido en todo el politiqueo que obviamente algo sabrá el Gobierno local que no sabemos los demás para optar por restringir las reuniones de hasta diez personas y apretar las tuercas cuando por otro lado nos dicen que está bajando el número de contagios. Esto ya invita a suspicacias. Al milagro cubano, que pese a las largas colas en todo el país el coronavirus no repunta, se suma ahora el milagro de Melilla. Aunque para ser justos, el súperconsejero Mohand, que ha conquistado incluso hasta a Juan José Imbroda porque dicen las malas lenguas que era su mediador en el diálogo con Gloria Rojas, ha hecho bien en anunciar nuevas medidas restrictivas para controlar el desmadre. Llega tarde, en mi opinión, pero lo importante es que llega. Nunca es tarde si la dicha es buena.
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