Empezamos el año con los ojos puestos en las elecciones del domingo 28 de mayo de 2023. Quedan cuatro meses intensos por delante, pero estamos inmersos ya en una campaña electoral que empezó hace meses en nuestro país si es que durante esta legislatura hemos despejado en algún momento la sombra de las elecciones anticipadas.
A día de hoy tenemos claro que Gloria Rojas (PSOE) y José Miguel Tasende (Vox) serán cabeza de cartel. Se intuye, por la foto que colgó el PP nacional en su cuenta de Twitter, que Juan José Imbroda liderará la lista en Melilla tras ser reelegido presidente de su partido en septiembre pasado.
Aberchán cerró 2022 echando un jarro de agua fría sobre las ambiciones legítimas de su gente. El presidente reelecto de CpM ha dicho que hasta abril no soltará la liebre que tiene en vilo a su partido. Él sigue acudiendo a las ruedas de prensa aquí o en Madrid flanqueado por la consejera de Hacienda, Dunia Almansouri, y por Emilio Guerra, que en las pasadas elecciones fue candidato al Senado, un puesto que le hace tilín al presidente del Puerto, Víctor Gamero, que durante esta legislatura ha elaborado las preguntas e iniciativas que Compromís ha canalizado en la Cámara Alta a través del senador valencianista Carles Mulet.
Básicamente nos enfrentamos a una reedición de las elecciones de 2019 sin menospreciar a Somos Melilla, el partido de Amin Azmani, que tras abandonar el PSOE, confía en pescar en río revuelto. Lo mismo que Ciudadanos que a punto de recibir la extremaunción, tiene nuevo coordinador y una gestora en la ciudad con los ojos puestos en los desencantados de Imbroda y del Partido Socialista.
Nos quedaría la incógnita de Podemos. Aún no sabemos si Gema Aguilar liderará las listas locales y se reservará a Gaztelumendi para las generales, como en 2019.
En la última encuesta del CIS, los veinte melillenses entrevistados por la institución que ha revolucionado Tezanos, coincidieron en señalar dos aspectos que podemos extrapolar, sin temor a equivocarnos, a lo que se comenta a pie de barra en Melilla: que hoy estamos peor que hace cuatro años y que si las elecciones se celebraran mañana, nueve de cada diez iría a votar.
Este es un dato bueno para la democracia, pero demoledor para quienes aspiran a ser la lista más votada y confían en que una alta abstención les favorezca.
Estamos ante un panorama desalentador no solo en Melilla sino también en medio mundo, pero en nuestro caso, yo diría que tenemos los mismos problemas que teníamos en 2019, más el añadido de la inflación que el Gobierno central, según las estadísticas, ha logrado rebajar en nuestro país aunque a pie de calle no se nota porque comer en casa o en nuestros bares de siempre se ha puesto por las nubes.
Como podéis comprobar, no hay muchos cambios de caras respecto a los comicios de 2019. ¿Qué nos van a prometer ahora los partidos políticos de Melilla para ilusionarnos? A mí me gustaría que empezaran por el transporte, pero sé que a muchos melillenses lo que más les preocupa es conseguir un empleo que les permita llegar a fin de mes, que no es poco; y una frontera fluida.
En cuanto a transporte, rebajar los precios es un imperativo, pero tengo que reconocer que las cosas a veces no van tan mal como pensamos. Estas fiestas cogí cuatro vuelos desde Melilla para poder comer con la familia en la península y no solo no tuve retrasos, sino que tuve adelantos respecto a la hora de llegada. En uno de los viajes, aluciné con el piloto de un vuelo de Air Nostrum, Granada-Melilla, del 25 de diciembre que nos felicitó las fiestas, casi compadeciéndose de quienes elegimos para volar una fecha tan señalada y nos prometió que todos estaríamos en la ciudad antes de la hora de comer y así fue. Un santo. Una pena que no me haya quedado con su nombre.
Por eso, cuando hablamos de transporte, deberíamos aclarar que lo que queremos es que sean más asequibles a nuestro bolsillo y con horarios que nos permitan viajar a la península los fines de semana y regresar a la ciudad los lunes a primera hora para reincorporarnos al trabajo.
Las estadísticas nos dicen que en gran parte de 2022 fuimos los españoles que menos viajamos de toda España. Es cierto que hay mucha suspicacia sobre facilitar las escapadas, pero no podemos pretender convertir Melilla en una fortaleza para obligar a la gente a consumir aquí. Queremos tener las mismas facilidades que tienen el resto de españoles para salir de sus autonomías y eso no hunde el consumo ni en las grandes ciudades ni en los pequeños pueblos.
Si queremos atraer el talento que aquí nos falta, hay que mejorar la conectividad. Es una realidad y aunque yo veo demasiado lejos el barco gratis a Málaga y, además, no me gustan las cosas gratis porque no solemos valorar lo que no nos cuesta un duro, creo que a medio plazo hay que buscar alternativas que sean buenas para las navieras, para las aerolíneas y también para los pasajeros.
Si queremos una Melilla mejor, tiene que ser una Melilla en la que ganemos todos. Los de arriba y los de abajo. Los de una cultura y los del resto de culturas. Aquí estamos hartos de que ganen siempre los mismos. Eso es cosa del pasado y esa es quizás la baza que se juegan todos los partidos políticos en las próximas elecciones.
Necesitamos saber qué nuevas propuestas nos traen, cómo quieren hacerlo; con quién quieren hacerlo y cuánto tiempo les costará cumplir con sus promesas.
Llegar a las elecciones de mayo, prometiendo lo mismo de siempre es una temeridad. Llegar prometiendo lo que han prometido otros y no han podido cumplir es una estupidez. A la gente hay que hablarle claro. Empleo, transporte y, sobre todo, frontera, son los tres motores de ilusión en Melilla. Nuestros políticos han de ser creativos y pensar y repensar propuestas que conecten con el electorado. Quien crea que cogerá mangos a ras de suelo, se equivoca. Esta vez no habrá mangos bajitos.
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