¿Qué hacemos con la valla?

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha adelantado en Ceuta la intención del Gobierno socialista de subir la altura de la valla hasta los diez metros una vez que se retiren las concertinas.

La senadora del PP Sofía Acedo estuvo acertada al reprocharle que una medida es igual de mala que la otra. Lleva razón. Tan peligroso es que los migrantes se rajen los brazos y piernas con las cuchillas al saltar la valla como que se caigan de diez metros y se dejen la vida en el intento de cruzar a territorio español.

Creo que no se ha meditado suficientemente la búsqueda de alternativas a las concertinas. Se ha hablado de vigilar con drones, de electrificar parte de la valla; de subir la altura de la alambrada... Da la impresión de que reaccionamos como las ranas, por impulsos.

Desde que empezó a construirse la valla de Melilla en 1996, le hemos metido millones y millones de euros a esa estructura. En 1998 se perfeccionó con la colocación de sensores de movimiento, cámaras infrarrojas y torres de control.

Entre 2005 y 2014 el Gobierno aseguró en una respuesta parlamentaria a Amaiur que se habían invertido en las vallas de Melilla y Ceuta unos 71,9 millones de euros. La mayor parte de ese dinero (47,3 millones) en la alambrada de nuestra ciudad.

Fue en 2005 cuando más dinero se le metió a la valla de Melilla. Durante el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se le inyectaron a la alambrada 31 millones de euros. Con ese dinero se elevó la altura de la valla, se instaló la sirga tridimensional y se pusieron las concertinas.

Incluso durante la crisis económica brutal que vivió este país entre 2009 y 2013 no se pararon las inversiones en las vallas de Melilla y Ceuta. Así, en el año 2011 Interior destinó a esta infraestructura 2,5 millones; otros 3,2 en 2012 y 3,3 millones en 2013. La valla es una máquina de moler dinero.

La pregunta es obligada: ¿se ha conseguido algo? Evidentemente sí, pero no porque la valla sea infranqueable, sino porque Marruecos ha construido un foso y una alambrada también con concertinas del otro lado de la frontera. Ahora hay más obstáculos. Lo que no significa que hayan dejado de registrarse intrusiones en la frontera. Las seguimos teniendo, más espaciadas, pero están ahí.

Sin embargo, la verdad es que la valla no es ni mucho menos la principal vía de entrada de migrantes a las ciudades autónomas. Son los pasos fronterizos y a través de pateras.

¿Enonces por qué gastamos más dinero en la valla que en la impermeabilización de la frontera de Beni Enzar? Vamos a dejarnos de tonterías. Aquí no hace falta una valla más alta ni con más cuchillas. Lo que necesitamos son refuerzos de las plantillas de guardias civiles y policías nacionales. Eso no lo han conseguido ni los que están gobernando ahora ni los que lo piden hoy pese a que cuando tuvieron la oportunidad de conseguirlo no lo hicieron.

El problema de la inmigración no se resuelve ni con el muro de Trump ni levantando la valla hasta el cielo y coronándola con cuchillas. Se resuelve con más ayuda a cooperación y desarrollo y presionando en la ONU para que se celebren elecciones libres y transparentes en los estados fallidos.

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