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¿Qué es un ictus y cómo prevenirlo?

Clementina del Canto Pérez, médico especialista en Neurología, atiende al Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Melilla con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemora este sábado 29 de octubre aborda los factores de riesgo de esta enfermedad, cómo prevenirlos o saber identificar los síntomas en caso de ictus y cómo actuar en ese momento.

“Ante la sospecha de poder tener un ictus, lo más importante no es esperar a que se te pase”, hay que actuar con rapidez, sentencia esta especialista del Hospital Comarcal.

¿Qué es el ictus?

Es la primera cuestión a responder para que los ciudadanos sepan de qué estamos hablando. “El término ictus hace referencia a cualquier trastorno de la circulación cerebral, generalmente de comienzo brusco, que puede ser o bien consecuencia de la interrupción de flujo sanguíneo en la parte del cerebro más frecuentemente, es un 80% de los casos, hablaríamos de un ictus isquémico en esta situación, o bien la rotura de una arteria o vena cerebral, en cuyo caso hablaríamos de un ictus hemorrágico, que rondan en torno al 20%”, explica la doctora Del Canto.

Los principales factores de riesgo vascular que hay hoy en día son “la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo, el colesterol, dislipemia y luego también las cardiopatías embolígenas -detalla-.

Trastornos del corazón pueden hacer que se formen coágulos dentro de las cavidades cardiacas, que luego viajen hasta el cerebro. Y luego hay causas más inhabituales, como las disecciones arteriales en la gente joven, pero eso ya son situaciones más raras. Los principales factores de riesgo son la hipertensión, la diabetes, el colesterol y el tabaquismo, y las cardiopatías”.

¿Cómo podemos prevenir el ictus?

“Hablamos de dos niveles de prevención. La prevención primaria, cuando uno todavía no ha sufrido el ictus, que está destinada a controlar estos factores de riesgo vascular.

Tener bien controlada la tensión, el azúcar en caso de ser diabético, el colesterol, no fumar, tener una vida sana y cuidar el corazón, hacer revisiones cardiacas cuando haya síntomas o cuando haya patología cardiológica, y tomar adecuadamente la medicación que nos pauten para controlar estos factores de riesgo, sean antiagregantes, anticoagulantes u otros medicamentos.

Y la prevención secundaria se basa en prevenir que haya un nuevo ictus cuando ya se ha sufrido uno. También va a significar cambiar de hábitos de vida, controlar los factores que uno posea y tomar la medicación que el neurólogo o el cardiólogo prescriba”, expone nuestra facultativa.

Las personas deben estar al tanto de cuáles son los síntomas de esta enfermedad, sobre todo, teniendo en cuenta su irrupción inesperada.

“Pueden ser muy variados, pero generalmente son síntomas que aparecen de golpe, con comienzo brusco, ictal, de un segundo para otro”, manifiesta Clementina del Canto.

“Muy típicos son la desviación de la comisura bucal, la pérdida de fuerza o dificultad para levantar el brazo o mover una pierna, y la alteración del lenguaje tanto en la articulación como en la nominación. Luego también pueden ser cosas más inespecíficas como un vértigo o un mareo, una alteración de la marcha, o un hormigueo o adormecimiento, aunque se conserve la fuerza”.

¿Cómo se produce un ictus?

“En el caso del ictus isquémico se forma una trombosis dentro de una arteria o bien hay una embolia o un fragmento de trombo que se desprende de una placa de adenoma, de una arteria, y viaja hasta un vaso distal ocluyéndolo y generando un ictus a distancia. Y también muy frecuentemente el trombo se genera en la cavidad cardíaca por una arritmia o alguna válvula metálica o algún infarto reciente, que es al final una herida dentro del corazón.

Se forma un trombo intracavitario que acaba desprendiéndose y viajando a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro ocluyendo allí un vaso. Son los principales mecanismos, aunque luego hay trastornos circulatorios, trastornos de la coagulación... cosas menos frecuentes que también pueden generar que haya un desequilibrio en la sangre y que se formen coágulos con más facilidad en una arteria o en una vena”.

Preguntamos también a la doctora Del Canto qué secuelas deja la enfermedad y he aquí su respuesta: “Hablaríamos de distintas secuelas según el tipo de ictus, la localización, la reserva que tenga ese cerebro, la capacidad de plasticidad neuronal para recuperarse ante una secuela concreta.

Puede ser un ictus minor con una secuela leve en la articulación del lenguaje, o una paresia leve de un brazo o una pierna permitiendo que la persona sea autónoma y luego con rehabilitación o logopedia recupere la mayoría de sus capacidades. O bien podemos hablar de algún ictus catastrófico, extenso, del hemisferio izquierdo, de una arteria principal, como puede ser la carótida o la cerebral media, que deje a la persona encamada, hemipléjica, sin posibilidad de comunicación ni de comprender ni de hablar ni de comunicarse con su entorno. Eso sería un nivel de discapacidad máximo”.

Pero todo esto, hay que valorarlo, “es muy variable. Depende de la edad, localización, extensión, evolución, que no haya complicaciones, que sea un ictus pequeño en una localización más benigna o que sea un ictus más grande afectando a funciones importantes. Depende mucho de la arteria. Y la recuperación será mejor cuanto más joven sea la persona y mayor capacidad de plasticidad neuronal tenga ese cerebro (...). El cerebro de una persona mayor tiene más atrofias, es más pobre, tiene menos reserva y es más difícil que recupere”.

Con toda esta información, lo crucial, como se señalaba al principio, es actuar lo más rápido posible ante cualquier síntoma de los señalados.

“Los más importante es que la población entienda que tiempo es cerebro y que, ante la sospecha de poder tener un ictus, lo más importante no es esperar a que se te pase, o acostarte y pensar que si al levantarte no estás mejor vas a ir a Urgencias.

No, en ese mismo instante que uno piensa que puede tenerlo, hay que avisar al servicio de Emergencias para que se valore la situación y en caso de que la sospecha sea fundada, pues se actúa lo más rápidamente posible para poder poner en práctica las terapias de reperfusión en fase aguda que pueden mejorar muchísimo el pronóstico y la evolución de esos pacientes con una ventana terapéutica en horas muy pequeñas”, subraya Del Canto.

Y avisa: “Si decides ir y ya han pasado una serie de horas, no hay opciones a esos tratamientos que mejoran el pronóstico y dan opciones a romper, a fragmentar, el coágulo y que se establezca la reperfusión del tejido cerebral antes de que haya necrosis”.

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