Opinión

¿Qué dice el islam sobre la higiene, el buen aspecto y la salud? (II)

Además de la limpieza y el decoro de su persona, el islam insta a los musulmanes a velar por la limpieza de sus casas y calles. Concretamente, el islam ordena a los musulmanes que mantengan el hogar libre de los desechos domésticos a fin de evitar la proliferación de insectos y enfermedades. Se transmitió que el Profeta Muhammad dijo: “Ciertamente, Dios, es bueno y le gusta la bondad, limpio (puro) y le gusta la limpieza (pureza), generoso y le gusta la generosidad; así pues, limpiad vuestros patios y hogares. (Relatado por el imam At Tirmidhi)”. En este sentido, retirar lo que podría dañar a los demás de la calle es una rama de la fe, pues este simple gesto es equiparado ora con el rezo ora con la limpieza.

En una tradición Profética, puede leerse: “Ciertamente, portar una carga por el débil equivale a orar y retirar los obstáculos de la calle también equivale a orar. (Relatado por el imam Ibn Juzaima)”. Por “algo dañino” se entiende piedras, espinas o suciedad. El hecho de que el islam de una importancia capital a la higiene y la salud implica, asimismo, que el musulmán debe velar por su fuerza física y psicológica, puesto que exige tener un cuerpo sano y lleno de entusiasmo y valentía, pues los cuerpos de poco ánimo no soportan las cargas y las manos temblantes no aportan nada. De hecho, un cuerpo sano repercute, no solo en la serenidad de los pensamientos, sino también en el grado de optimismo hacia la vida y los demás.

El islam lucha contra las enfermedades, impidiendo la propagación de virus y bacterias que las causan, manteniendo así a los pueblos a salvo de la debilidad, de la pobreza de espíritu, del pesimismo y, por extensión, del desmoronamiento y desgaste. De este modo, el musulmán previene las enfermedades siguiendo, por un lado, las reglas de higiene diarias prescritas por el islam, y, por otro, ciñéndose a un estilo de vida bien definido. Esto último implica despertarse al alba, no velar, resistir las tentaciones, y renovar la propia vitalidad con el rezo diario y el ayuno anual. Ahora bien, si la persona se ve azotada por una enfermedad, debe seguir el tratamiento correspondiente hasta convalecerse de la misma. De hecho, el islam insta a las personas a esforzarse por hallar el remedio idóneo para las dolencias que padezcan. Dice el Profeta Muhammad: “Dios no envió enfermedad alguna sin enviar su remedio. (Transmitido por el imam al Bujari)”. Dice el Profeta en otra tradición: “Ciertamente, Dios ha creado la enfermedad y la cura, y ha hecho que para cada enfermedad exista una cura, así que curaos. (Transmitido por el imam Abu Dawud)”. Dice el Profeta Muhammad en otra tradición: “para toda enfermedad hay un remedio, y cuando se aplica el remedio y cura, lo hace con el permiso de Dios. (Transmitido por el imam Muslim)”.

Por otra parte, el islam prohíbe rigurosamente recurrir a las patrañas a fin de curarse, pues cada especialidad cuenta con unos especialistas, a los que hay que acudir. En lo que atañe a los impostores e intrusos que ejercen una profesión para la que no están capacitados, el musulmán no debe ni acudir a ellos ni creerse sus falacias. El Compañero Uqba Ibn Amir cuenta que oyó al Mensajero de Dios decir: “a quienes lleven encima amuletos y talismanes, Dios los malogrará. (Transmitido por el imam Al-Hakim)”. Pese a estas advertencias, en su afán de hallar un remedio para sus dolencias, la gente de a pie recurre con frecuencia a los talismanes, amuletos, exorcismos y conjuros; sin embargo, para el islam, todo esto constituye un tipo de asociación (de otros) a Dios, pues no son más que vestigios de la era preislámica (Yahiliya), en la que se atribuía disparates a las ilusiones. “Uqba refiere también que una delegación formada por diez personas en monturas vino al Profeta para jurarle fidelidad, entonces; aceptó el juramento de todos, a excepción de uno de ellos. Preguntaron al Profeta: ¿Qué Problema hay con él?. Contestó: lleva un amuleto en el brazo. Enseguida, el hombre se lo quitó y entonces el Profeta aceptó su juramento estrechándole la mano y dijo: quien lleva un amuleto asocia (otros) a Dios. (Transmitido por el imam Ahmad)”.

Hay muchas personas que por algún motivo u otro suelen hacer sus necesidades fisiológicas en la calle, en los caminos, en las piscinas, en la playa, en el río, etc, vamos a ver que dice el islam respecto a esto. “Yabir Ibn Abdula, cuenta que el Mensajero de Dios prohibió orinar en el agua estancada y también en el agua fluyente. (Transmitido por el imam At Tabarani)”. Por su parte, Muad Ibn Yabal relata que el Mensajero de Dios dijo: “Evitad las tres cosas execrables: hacer las necesidades en los lugares para beber o bañarse, en los caminos y en la sombra para los caminantes. (Transmitido por el imam Abu Dawud)”. Es decir, estas tres cosas acarrean la maldición a quien incurre en ellas, pues quien hace sus menesteres en los caminos es vil, cometiendo un acto por el que merece ser maldecido y aborrecido. Es más, el Profeta Muhammad dice: “Quien cause daño a las personas en sus caminos, ellos tendrán derecho a maldecirlos. (Transmitido por el imam At Tabarani)”. Otra versión de la presente tradición reza: “Quien lave lo que tenga sucio en los caminos será maldecido por Dios, los ángeles y toda la gente. (Transmitido por el imam al Baihaqi)”. En efecto, estas conductas son las que causan la proliferación de las enfermedades que nos acechan a nosotros, pues la gente en general se muestra negligente en este sentido, lo cual nos ha acarreado enormes calamidades.

Otra medida aprobada por el islam a fin de evitar la propagación de enfermedades es la cuarentena. Así, cuando se desata una epidemia en un determinado lugar, se procede enseguida a su aislamiento, de modo que no se permita ni la entrada ni la salida de personas del mismo, todo ello con la finalidad de limitar la incidencia de la infección lo más mínimo; lo pone de manifiesto el Profeta Muhammad, al proferir: “Si aparece una epidemia en un lugar, no acudáis a él, y si aparece en el lugar donde estéis, no lo abandonéis. (Transmitido por el imam al Bujari)”. Teniendo en cuenta que el islam consuela a las personas que se ven azotadas por epidemias instándoles a no marcharse de su lugar de residencia, a algunos quizás por deseo de salvarse decidan darse a la fuga disimuladamente, pero semejante actuación puede entrañar unas consecuencias graves para el conjunto del país; de ahí que el Profeta Muhammad dijera: “Todo siervo que es azotado por la epidemia y permanece en su tierra paciente y resignado, sabiendo que no le afectará sino lo que Dios ha decretado para él, obtendrá una gran recompensa por parte de Dios. (Transmitido por el imam al Bujari)”.

Asimismo, puede darse el caso opuesto, es decir, el de una persona que decide arriesgarse y viajar a la tierra azotada por la epidemia, alegando, por ejemplo, que el temor del contagio es muestra de la debilidad de la fe o que desea evitar la predestinación. Lógicamente, este razonamiento es erróneo, porque Umar Ibn al Jattab (gran compañero del Profeta y segundo califa del islam tras la muerte del Profeta y la del Primer califa Abu Bakr) rehusó viajar a Siria cuando brotó en ella la peste. Le dijeron: ¿Huyes del decreto de Dios? Replicó: huimos del Decreto de Dios hacia el Decreto de Dios. Hay, que apuntar, pues, que es legítimo actuar en base a las circunstancias concretas, las cuales, como sostiene Umar, forman también parte del Decreto de Dios. Además, el islam declara lícito tomar las debidas precauciones para evitar el contagio.

Por ejemplo: dice el Profeta: “No se debe mezclar el enfermo con el sano (a modo de cautela). (Transmitido por el imam al Bujari)”. También dice en otra tradición Profética: “Huye del leproso como huyes del león. Transmitido por el imam al Bujari)”.

Vamos a concluir este artículo explicando un dicho profético al que muchos musulmanes negligentes recurrían para justificar su mala praxis durante la pandemia del coronavirus poniendo en riesgo su salud y la de los demás. El motivo de explicar este dicho profético es para que nunca más vuelvan a ser negligentes en este sentido, poniendo en boca del Profeta lo que él no dijo. Durante la pandemia hemos llegado a ver a muchos musulmanes negligentes saliendo a la calle sin mascarillas, montando aglomeraciones, visitando a fulano y mengano cuando estaba prohibido e incluso ir a ver a una persona infectada sin tomar las debidas medidas de precaución y prevención dictadas por las autoridades sanitarias. Cuando se les preguntaba el porqué de esa actitud, ellos respondían con la siguiente tradición Profética: “No hay contagio (sin el permiso de Dios), ni mal augurio, ni hama, ni safar; y huye del leproso como huyes del león. (Transmitido por el imam al Bujari)”. Es un gran error de interpretación utilizar este dicho Profético para ser negligente y no hacer caso a las recomendaciones de las autoridades sanitarias, ya que en esta tradición Profética vemos que el hecho de que el Profeta dijera “no hay contagio (sin el permiso de Dios) no significa negar la existencia de contagio, pues al final de la tradición el Profeta afirma “huye del leproso como huyes del león” y con esto nos enseña que sí existe contagio y nos invita a tomar las medidas de prevención y precaución. Con el termino “no hay contagio (sin el permiso de Dios)” lo que nos quería transmitir el Profeta es la creencia en el Decreto Divino y la Predestinación, ya que nosotros creemos que todo lo bueno o malo que nos ocurra es por Decreto Divino, esta es la explicación del dicho Profético, “la creencia en el Decreto Divino sabiendo que el contagio existe y que debemos de tomar todas las medidas de prevención y precaución”.

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