Opinión

El pulso de Imbroda

El ex presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, anunció ayer que presentará su candidatura a la reelección como presidente del PP de Melilla. Me da a mí que a Miguel Marín le pasará como al príncipe Carlos de Inglaterra, que lleva décadas esperando que su madre, la reina Isabel II, abdique para heredar la corona. Y pasan los años… y dura y dura…

Imbroda sabe que hay descontento en su partido desde que en 2015 perdió la mayoría absoluta, pero con su anuncio ha querido dar un golpe de efecto y adelantarse a cualquier movimiento de los insurgentes. Él no los tiene identificados, pero se huele que no los tienen en nómina. Muchos de los que quieren tomar el relevo no dependen de la política para cobrar a fin de mes. Tienen trabajo y si finalmente dan el paso y le disputan la presidencia a Imbroda, será por aspiraciones ajenas a lo económico.

Veinte años al frente del Gobierno, le enseñaron a Imbroda que en política, como en el boxeo, el que da primero, da dos veces. Anunciando su candidatura busca acallar rumores y, de paso, tomar la delantera.

Con su aviso a navegantes, Imbroda demuestra que no quiere irse. Cuando Eduardo De Castro lo dejó sin Gobierno dijo que se iría, pero después se lo pensó dos veces y no dio explicaciones: se quedó sin más. A lo Marlaska: “No voy a dimitir”. A lo Zidane: “No voy a dimitir”. A lo Loreal: “Porque yo lo valgo”.

Ahora dice que se quedó por la pandemia y entre los suyos hay algunos que se esfuerzan vendiendo unas encuestas fantasma (hasta que se demuestre lo contrario) que dicen que si hoy se convocaran elecciones conseguirían 16 diputados. O sea, una holgada mayoría absoluta. El problema es que ni los suyos se lo creen y hablan de un sondeo interno que supuestamente les da ocho diputados. Brutal.

Más le vale que la encuesta buena, la de los 16 escaños, convenza a Teodoro García Egea, porque si no, aquí va a arder Troya. Ojo, el movimiento de Imbroda no es sólo una advertencia a los rebeldes de Melilla sino también un mensajito de texto a Génova recordándoles que él vio ‘Verano azul’: “Del barco de Chanquete, no nos moverán”.

Y eso después de perder la Asamblea es como un pisotón en el callo de la dirección general del PP, que en las pasadas elecciones ya quería a Imbroda fuera de la lista electoral al Senado. En principio los de Pablo Casado aspiraban a que en la lista a la Cámara Alta hubieran ido Mari Carmen Dueñas y Javier Lence. Pero los dos se apartaron. Supongo que no es difícil imaginar los motivos.

En Génova querían premiar a María del Carmen Dueñas con el Senado porque como diputada había conseguido en 2016 más apoyo en las urnas que Imbroda y Acedo en el Senado. Dicen que ese resultado, lejos de alegrar, mosqueó a Imbroda. No concebía que la siempre discreta Dueñas arrasara como cabeza de lista con el empuje con que en 2008 y 2011 lo había hecho Antonio Gutiérrez.

Por eso el PP Nacional quería que Dueñas fuera al Senado. En sus cuatro años en el Congreso fue ponente del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, el único Pacto de Estado que se alcanzó en esa legislatura y dicen que el entonces todopoderoso Javier Maroto estaba encandilado con su trabajo. Le gustaba su perfil templado. Una mujer más de hechos que de palabras. Pues la apartaron en Melilla. Más bien, ella tuvo la prudencia de apartarse.

En ese momento Imbroda impuso su criterio y en lugar de Dueñas y Lence al Senado, fueron él y Sofía Acedo, que consiguió el escaño en tiempo de descuento. Con todo lo querido que es Díaz de Otazu en Melilla hay que reconocer que su candidatura como cabeza de cartel no encandiló a los votantes y consiguió el escaño por la mínima. Yo, personalmente, creo que el problema no era Otazu, sino el modelo agotado del Gobierno de Imbroda. Pero lo cierto y verdad es que Imbroda sacó más votos que Otazu y Acedo. Al César, lo que es del César.

“Esta gente piensa que el PP es suyo. No se dan cuenta del batacazo electoral que sufrieron. Vamos a intentar tener un PP fuerte, con gente seria, que no dependa de la política para vivir. No sé si podremos, pero el paso lo vamos a dar”, dice uno de los rebeldes del Partido Popular de Melilla a El Faro.

Y en esas estamos, expectantes a ver si dan o no el paso. Todos sabemos que aquellos que en el pasado se atrevieron a disputarle la presidencia del PP a Imbroda terminaron destituidos de los cargos públicos que ostentaban. No hubo perdón. Una cosa es defender la democracia interna y otra, muy distinta, es admitirla y tener en nómina a quien quiere tu puesto.

Personalmente creo que en Melilla nadie dará un paso al frente si no tiene de antemano la aprobación de Génova. Muchos hilos tiene que mover Imbroda para convencer a los que rodean a Pablo Casado de que él representa la mejor opción para esta ciudad después de haber perdido más de la mitad de votos en 2019 (respecto a 2016).

Entiendo que le dejaran seguir después de anunciar su dimisión porque Génova no estaba en condiciones de permitirse un desmadre territorial después de los malos resultados a nivel nacional. Pero ahora, el viento sopla a favor y seguramente se sienten con fuerzas para negociar el cambio.

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