La comunidad judío-sefardí se asentó en varias ciudades de Marruecos cuando los Reyes Católicos los echaron de la península. A partir de 1492, parte de este pueblo también se quedó en Melilla para dejar en ella un patrimonio intercultural digno de estudiar. En la ciudad autónoma llegaron a vivir en torno a 7.000 judíos hasta mitad del siglo XX, con motivo de la II Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel. Actualmente viven unos 1.200 en la ciudad.
En el nuevo libro ‘Aproximaciones al patrimonio cultural inmaterial de Melilla’, se ha realizado un estudio sobre la comunidad judía de las que según el autor, Pedro G. Timón, se puede sacar una conclusión: el pueblo judío melillense ha continuado con sus rituales que dotan de hace más de 150 años, donde se hace apelación a sus fiestas, sus cuentos, su lenguaje y su gastronomía. Una característica a destacar es que su actividad desde el siglo XIX fue la comercial, la cual sigue vigente.
Otro factor es que en festividades como las bodas, algunos judíos siguen con la tradición de vestir prendas del siglo XIX, en especial el Día de Berberisca, momento en el que aún prima la vestimenta de los antiguos judíos que habitaban en Marruecos. Esta tradición se sigue preservando en Melilla, según apuntó Pedro G. Timón. “Estas indumentarias van de generación en generación y hasta entre familias se las prestan”, dijo el autor del libro sobre patrimonio cultural inmaterial.
El objetivo de este análisis, es crear un atlas del patrimonio cultural inmaterial de Melilla. “La elaboración de los atlas es una de las directrices principales, tanto en la comisión nacional del Ministerio de Cultura, como de la Unesco a la hora de codificar y reunir el patrimonio inmaterial, ya sea de regiones, comunidades autónomas, ciudades o países”, dijo Pedro G. Timón. “Melilla, sumándose a esas directrices generales de la Unesco, y en concreto de las del Ministerio de Cultura, se está codificando el atlas, siguiendo un criterio etnográfico, es decir, dividiendo el estudio en tantas comunidades que conviven en Melilla”, añadió.
Estos tipos de análisis ya se hicieron sobre la población hindú y la gitana. Este año le ha tocado a la cultura judío-sefardí, y en estos momentos se está trabajando en un atlas sobre el pueblo amazigh.
El estudio comenzó en el año 2014 para tratar las cinco comunidades culturales de Melilla. “Esto supone una herramienta muy importante para el reconocimiento de las diversas comunidades y a través de este, se podrá valorar y respetar el patrimonio propio y ajeno”, dijo Timón.
El estudio comenzó a raíz del análisis de varios contenidos bibliográficos en toda España. A partir de 2015, comenzó el trabajo específico sobre las distintas culturas y comunidades de la ciudad autónoma.
El trabajo se divide en una parte teórica y de investigación, y otra que recoge las conclusiones de un proceso realizado a través de entrevistas y de documentación de los espacios principales desde un punto de vista empírico. También se han recogido las diferentes ponencias sobre este asunto en la Universidad de Granada.
Presentación del libro
El volumen ‘Aproximaciones al patrimonio cultural inmaterial de Melilla’ se presentó ayer de la mano de Pedro G. Timón y la presidenta del Instituto de las Culturas de Melilla, Paz Velázquez.
La presidenta afirmó que el Instituto de las Culturas se atribuyó las competencias en materia de Patrimonio Cultural Inmaterial y que no ha dejado de poner empeño en “poner valor y salvaguardar el diverso, sensible y pluricultural patrimonio melillense, no solo a través de acciones específicas, sino también mediante el impuso de manera global de la codificación en un atlas de dicha riqueza intangible, cuyos trabajos se prorrogan a día de hoy”.
Velázquez apuntó que el Instituto del Patrimonio Cultural que, una vez aprobado el Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultura Inmaterial, una comisión permanente “se encarga del desarrollo de este proyecto y está compuesta por técnicos del Patrimonio Cultural Inmaterial de las diferentes comunidades autónomas, profesores universitarios, expertos y técnicos de la Administración General del Estado.”
Esta comisión se encarga de dar preferencia a los estudios que escasean en varias comunidades. En diciembre de 2013, la Comisión de Seguimiento vio conveniente ofrecer un apoyo económico al proyecto, puesto que uno de los objetivos prioritarios en la Convención de Unesco (2003) se refiere a “la catalogación e inventario de los bienes culturales inmateriales en cada uno de los Estados que la ratificaran”.
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