Andalucía y Melilla mantienen desde épocas inmemoriales una estrecha relación que hace que, por ejemplo, los abuelos de miles de melillenses que ya peinan canas fueran de alguna parte de ese territorio andaluz que miramos con especial cariño desde este lado del Mediterráneo. Málaga, sin ir más lejos, es como nuestra segunda casa y no podemos olvidar que hasta hace unas décadas, incluso formábamos parte de su provincia. Habrá muchos ciudadanos que todavía recuerdan que en el remite de una carta se ponía Melilla y entre paréntesis Málaga.
Eran tiempos pretéritos, como antiguo nos suena también ya el hecho de que Andalucía se negara a que Ceuta y Melilla formaran parte de su Comunidad Autónoma. Lo decía el presidente Imbroda ayer en Sevilla: las dos ciudades deberían ser actualmente las provincias nueve y diez de esa región, pero intereses partidistas de la izquierda lo impidieron. Esos partidos políticos se negaron a que fuéramos andaluces porque temían que, al considerarnos dos territorios de la derecha, no saliera adelante el referéndum mediante el que se aprobó la constitución de la Comunidad Autónoma de Andalucía en los mismos términos que otras regiones históricas de España, como Cataluña, País Vasco y Galicia.
En la actualidad, sin embargo, aquel agravio ya prácticamente ni se recuerda y eso es bueno porque lo importante hoy en día es el diálogo y la cooperación entre comunidades. La colaboración que se inicia a partir de ahora con la firma del protocolo de colaboración entre ambas orillas del Mediterráneo va a ser trascendental para nuestro futuro si se trabaja con ahínco y se aprovechan todas las oportunidades que Andalucía nos brinda.
Se trata de una comunidad muy avezada en el desarrollo de la industria turística y tiene presencia en todos los círculos empresariales del sector, lo cual puede beneficiar de forma exponencial al interés melillense de utilizar el turismo como una de sus fortalezas de cara al moldeado de un nuevo modelo productivo en la ciudad. Además, nuestros vecinos disponen de una universidad, la de Granada, con enorme prestigio no solo en España sino también a nivel internacional. Y Melilla quiere ser una ciudad universitaria para la que, sin duda alguna, debe contar académicamente con los granadinos.
Como tercer eje de ese modelo productivo que se trata de articular para garantizar el futuro económico melillense, está Málaga y su parque tecnológico, del que Melilla quiere ser una extensión en el norte de África con unas ventajas fiscales de primera división para toda aquella empresa que quiera implantarse en nuestra tierra, donde no sólo disfrutaría de esas bondades tributarias sino de un régimen económico que les permitiría ayudas que en otros lugares no encontrarían, sin olvidar tampoco la posibilidad de contar con ubicación rápida y una conectividad infalible, gracias a una infraestructura impresionante para la conexión a internet.
En definitiva, está claro que Andalucía puede ser una tabla de salvación y una gran aliada en otros muchos asuntos, desde sanidad a cultura pasando por el cambio climático y un sinfín de materias que ahora deberán ir desarrollándose en mesas sectoriales entre los dos gobiernos.
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