Los alumnos comparten sus bocadillos con los compañeros que no tienen nada para comer en el recreo l Esta situación se da en muchos centros de la ciudad.
Que el desayuno es la comida más importante del día ya se sabe. Que son muchas las personas que no desayunan antes de ir trabajo también. Incluso los pequeños de la casa se resisten muchas veces a tomarse el vaso de leche con tostadas. Pero, ¿y si no se desayuna porque no hay nada en la nevera? A lo largo de este curso son varios los casos de profesores que se han llevado a clase paquetes de galletas o zumos para repartirlos entre los alumnos que iban sin desayunar porque en sus casas no hay dinero ni para una caja de leche.
Estos maestros han visto como determinados estudiantes que iban bien otros años bajaban su nivel de concentración e incluso no jugaban con el resto en el recreo. No era un cambio de actitud, sino hambre. Algunos de estos alumnos sólo hacen una comida al día de los alimentos que les dan a sus padres las ONG. Esto implica que no tengan las suficientes fuerzas para afrontar un día de colegio.
Están más despistados, no hacen los deberes, están malhumorados o no llevan nunca ningún paquete de galletas, fruta o bocadillo para el recreo. Estos detalles son los que dan la voz de alarma. Los profesores son los primeros en observarlos y mientras se buscan soluciones con la Administración y las ONG para estas familias, ellos llevan algunos alimentos a clase.
El componente de SATE-STEs, José Luis López Belmonte, asegura que los docentes no sólo están llevando comida a los centros para los pequeños que no tienen recursos, sino que se encargan en muchas ocasiones de buscar entre sus conocidos ropa porque no todas las familias tiene para comprar zapatillas de deporte cuando se rompen las viejas.
López Belmonte afirma que la pobreza se puede ver las aulas de Melilla, “de forma más significativa”, desde que comenzó el curso. La crisis económica lleva afectando a los melillenses desde hace varios años y eso no sólo repercute en los adultos, sino también los más pequeños de la casa, aunque no sea visible.
Este sindicalista explica que al contrario de lo que se puede pensar, la pobreza está llegando a todos los barrios de Melilla. Resalta que los niños que pertenecen a las familias que padecen el desempleo y la falta de recursos económicos están distribuídos por todos los colegios e institutos de la ciudad.
También está de acuerdo con esta idea la directora de Cáritas Interparroquial de Melilla, Pilar Illázquez. Afirma que la pobreza no es una característica de los distritos IV y V de la ciudad, sino que se está extendiendo a todas las zonas. “Hay necesidad en todas partes”, apunta.
Illázquez asegura que los profesores siempre ayudan a los niños en lo que pueden. Indica que los estudiantes nunca dicen por qué no han desayunado. Estos niños les comentan a sus profesores que sus madres se han quedado dormidas o que se les ha olvidado echarles la merienda para el recreo.
No obstante, señala que no sólo los profesores comparten sus desayunos. También lo hacen el resto de los compañeros. Siempre hay algún pequeño que parte su bocadillo en dos o reparte sus galletas entre los que no tienen nada para tomar en la hora del recreo. La directora de Cáritas asegura que son los propios compañeros de clase los más solidarios. De esta forma, nadie se queda mirando mientras otros comen. Estas actitudes son esas pequeñas muestras de que en los colegios también se enseñan valores, añade.
La cadena de ayuda
Illázquez indica que en todos los colegios hay un trabajador de la comunidad o trabajador social, es decir, una persona que sirve de enlace entre la comunidad educativa y los padres. Los profesores que detectan en clase a niños que no llevan desayuno para el recreo o que no tienen materiales escolares avisan a este trabajador para que se ponga en contacto con la familia. El objetivo es que entre el tutor y esta persona se consiga determinar qué está ocurriendo en esa unidad familiar que afecta al estudiante para buscarle una solución.
Dependiendo de las características de estas familias se contacta con los servicios sociales de la Ciudad, por si pueden optar a recibir alguna ayuda específica, o con las ONG, cuando no cumplen con los requisitos que marca la Administración.
La directora de Cáritas destaca que siempre se habla de la pobreza en las familias, pero pocas veces se cae en la cuenta de que hay niños afectados por este problema. Esta ONG tiene una gran demanda de productos que son específicos para los más pequeños, como son la leche materna, que cuesta mucho dinero en las farmacias, papillas o potitos. Pero también alimentos básicos, como leche, zumos o galletas. Son muchos los niños que no pueden tomar cinco comidas al día porque no hay recursos en casa. Y mucho menos, tomar fruta o verduras.
Illázquez indica que durante el crecimiento es de vital importancia que los niños se alimenten bien para crecer sanos y para que puedan afrontar el día de estudio y juegos que tienen por delante.
Una solución puede ser el comedor escolar
José Luis López Belmonte, del sindicato SATE-STEs, explica que una solución para las familias que no tiene recursos en Melilla puede ser el comedor escolar o las aulas matinales, es decir, clases que abren sus puertas antes del horario escolar y que ofrecen desayunos a los alumnos.
No obstante, indica que estos comedores escolares no pueden ser más carga de trabajo para los docentes, sino que habría que contratar a más personal para atender a los alumnos.
Las asociaciones de madres y padres están de acuerdo en que los comedores escolares ayudarían no sólo a las familias más desfavorecidas, sino a otras que no pueden compatibilizar su trabajo con los horarios del colegio.
Sin embargo, desde el sector de enseñanza de CSI-F se indica que es necesario habilitar los colegios u otros edificios para acoger un comedor escolar. Afirma que no es tan fácil desarrollar esta idea en la práctica.