La asociación humanitaria Prodein negó ayer que en la zona de chabolas donde conviven inmigrantes de diversas nacionalidades se trafique con drogas o haya prostitución. Así lo aseguró su máximo dirigente, José Palazón, quien añadió que el asentamiento se ha creado porque existen muchas personas que se niegan a aceptar el régimen interno del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
Así pues, Palazón rechazó tajantemente la posibilidad de que en sus alrededores se trafique con este tipo de sustancias ilegales y añadió que las chabolas están habitadas por personas “que quieren vivir en paz”.
A lo largo de su intervención, el dirigente de la ONG también se pronunció sobre el incendió que se produjo en una de las chabolas hace unas semanas, y en el que perdieron la vida varias personas.
En este sentido, y siempre subrayando que hay una investigación abierta al respecto, señaló que lo más probable es que se hubiera producido de manera accidental, tal y como señalaron en su día fuentes oficiales.
De este modo, rechazó lo comentado en días anteriores por vecinos de la zona que apuntaban que el siniestro podía haberse producido en base a un ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de drogas.
“El único inconveniente de estos asentamientos es la falta de seguridad y de dignidad para los que tienen que habitarlas” subrayó Palazón, “por lo demás, tan sólo son personas que intentan llevar una vida familiar normal y corriente sin atenerse a las normas del CETI”.
Ahondando en esta cuestión, precisó que el perfil de las personas que viven en esta zona es el de inmigrantes de entre 20 y 25 años de edad. En cuanto a las nacionalidades de sus habitantes, reseñó que hay de todo, desde personas de origen subsahariano a argelinos, indios o paquistanies.
“Cárcel abierta”
En cuanto a las razones que llevan a los afectados a rechazar permanecer en el CETI, el dirigente de la ONG subrayó que las condiciones del centro evitan que se pueda llevar una vida familiar normal y corriente, por lo que muchos de sus residentes optan por vivir en chabolas.
Estas condiciones incluirían la separación entre hombre y mujeres o una dieta muy dispar a la que están acostumbrados a seguir los inmigrantes, según agregó Palazón.
Por tanto, se mostró comprensivo con las personas que abandonan las instalaciones del centro, pues consideró que, a fin de cuentas, se trata de una “cárcel abierta”, en la que muchas personas se ven obligadas a permanecer por periodos que pueden llegar a alcanzar los cinco años.
Por tanto, concluyó afirmando que en la zona de chabolas “no se producen trapicheos de ningún tipo”, y reiterando que los habitantes de la zona sólo intentan llevar una vida normal y corriente.
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