Editorial

Problema casi resuelto

El Faro se hizo eco este lunes de la queja de vecinos del Príncipe que vieron cómo tras un accidente de tráfico ocurrido en la noche del viernes en el barrio, nadie había pasado a recoger los restos de hierro y bolardos que quedaron esparcidos en una zona de aparcamiento ubicada frente a la fuente pública.

Este martes, los mismos vecinos del Príncipe que se quejaron, contactaron con El Faro para agradecer la publicación de la denuncia y, de paso, dar las gracias por conseguir que se solucionara el problema.

A primera hora de la mañana la zona estaba limpia y las plazas de aparcamiento que no se podían usar estaban ya ocupadas.

Lamentablemente fue necesario que los vecinos del Príncipe se quejaran para que el problema fuera solucionado, pero nos felicitamos por ello. Estamos para canalizar las denuncias vecinales y también para fiscalizar a los poderes públicos.

A algunos les molesta el papel de la prensa, la desprecian y juegan a las zancadillas. Pero nosotros seguimos  pico y pala, haciendo nuestro trabajo, con su enorme función social.

Podríamos pensar que el problema del Príncipe ya ha sido resuelto, pero nuestra alegría no es completa. Aún falta que se informe de la detención del amante de la velocidad que empotró su coche en la parte trasera del vehículo siniestrado en el barrio y que tras la infracción se dio a la fuga.

Muchas veces nos hemos preguntado cómo es posible que en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados alguien pueda mantenerse oculto de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Parece imposible, pero por lo visto no lo es.

A día de hoy la siniestralidad vial es preocupante en Melilla. La ciudad ha empezado el año 2022, nada más y nada menos que con dos peatones fallecidos en atropellos en las calles.

Hemos visto una furgoneta volcada en mitad de la carretera de Cabrerizas y ahora este accidente en el Príncipe. Las calles de Melilla van camino de convertirse en un sucedáneo de la M-30, donde pases, a la hora que pases, no es extraño ver un coche siniestrado, a un lado de la vía.

Y eso pasa porque de alguna manera la seguridad vial se ha quedado en este Gobierno en tierra de nadie. No hay nadie que dé la cara por uno de los problemas más serios que tiene esta ciudad.

Melillenses entrevistados por El Faro creen que las cosas no van bien por la ausencia de una autoridad que sancione a los infractores. Aquí ha ganado terreno la creencia de que si la lías al volante, lo normal es que te vayas de rositas.

No podemos culpar al alcohol, porque como todos sabemos, ése no debería ser un problema grave en Melilla. Quizás habría que incidir más en los test de drogas o sencillamente colocar más radares en la ciudad.

El caso es que la inacción nos ha comido terreno. No se señalizan los tramos peligrosos y los controles se hacen de noche, pese a que los accidentes los vemos de día. Algo no se está haciendo bien. Con los mismos recursos, se obtienen peores resultados.

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