¿A cara de perro, con las espadas en alto, con mucha ironía en las intervenciones tal cual comentó Gloria Rojas? Pongámosle el calificativo que queramos, pero el Pleno de ayer, el primero que se celebra bajo la Presidencia de Eduardo de Castro, marcó la pauta de lo que se promete será el presente mandato electoral o, lo que es lo mismo, los próximos cuatro años de actividad política en la Asamblea de Melilla.
La sesión se vaticinaba movida por varios asuntos: el primero, porque tenía que aprobar el acta de la polémica elección del nuevo Presidente de la Ciudad que, como ya sabemos, está sujeta a todo tipo de controversias, por aquello del ‘no pero sí’ de De Castro, pendiente aún de resolución ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía por el contencioso electoral que presentó el PP.
También porque torpemente se había incluido en el orden del día la propuesta de sueldo de la nueva primera autoridad local, que hasta ahora carece de referencia en los Presupuestos de la Ciudad porque el antecesor, Juan José Imbroda, no cobraba como Presidente de Melilla al percibir nómina como senador por nuestra ciudad.
Y digo torpemente porque, como ya había advertido el PP en la Junta de Portavoces previa al Pleno, sin información preceptiva del expediente por parte de la Comisión correspondiente, pues no es posible trasladar ningún asunto a la sesión plenaria. De hecho, la de ayer, además de cumplir con el requisito de aprobar la controvertida acta de la sesión anterior, no debería haber tenido más puntos para votar que la constitución de las Comisiones encargadas de conocer e informar los distintos asuntos que luego se trasladan al Pleno. En suma, que no era más que puro trámite para poner en marcha la maquinaria política de la nueva Asamblea aunque, finalmente, acabara complicándose por motivos torpes en un caso y previsibles en otro.
En la sesión también hubo anécdotas memorables, que pusieron de manifiesto la bisoñez de los nuevos gobernantes. Valga como ejemplo el cambalache de puestos en el Pleno que rápidamente llevó a De Castro a abandonar el sillón presidencial para integrarse en la bancada de los grupos gobernantes. Algo que volverá a ocurrir cada vez que quiera intervenir como miembro del Grupo Mixto -puesto que solo él lo integra como único diputado por Ciudadanos y por tanto nadie más que él puede asumir esa portavocía- pero que, a diferencia de lo que ocurrió ayer, no tiene por qué ser así cada vez que se proceda a una votación.
Al margen de los relevadores detalles formales, en el ámbito estrictamente político el Pleno tuvo mucho más enjundia. Para empezar, demostró cuál importante es Mustafa Aberchán en el Gobierno a pesar del veto aparente que le pusieron PSOE y Cs para que ‘oficialmente’ no formara parte del Ejecutivo a causa de su condena en el ‘caso voto por correo’.
Aberchán, como todos pudimos ver, ocupó un lugar preeminente, por delante incluso que el de la vicepresidenta primera y portavoz del Gobierno, Gloria Rojas. Tan preeminente que, de hecho, fue el que se cedió a De Castro cuando le tocó bajarse a la bancada por el lío en las votaciones.
El líder de CpM, enfrascado en el papel de hombre de Estado, actuó más como portavoz que otra cosa y hasta solapó a Rojas, quien con su habitual buenismo quiso endulzar una sesión de tanta rivalidad como rivalidad existe entre las ajustadas bancadas de un bando y otro.
La sesión puso igualmente de manifiesto que ni PP ni Vox van a dejar pasar la más mínima al nuevo Ejecutivo, lo que no deja de ser comprensible teniendo en cuenta el tenor con que actuaban los otrora opositores cuando les tocaba fiscalizar al PP y, sobre todo, por el comienzo tortuoso de una legislatura marcada por la singularidad de investir Presidente a quienes menos votos obtuvo en las pasadas elecciones.
Asimismo, nos deja interrogantes para la siguiente sesión, en la que ya se supone que se someterá a votación el sueldo de Eduardo de Castro. Será quizás en una sesión futura y ordinaria, ya el mes que viene, o en una extraordinaria que convoque con más prontitud pero que de hacerlo tendrá que motivar debidamente. Y esto, por muy lógico que sea su derecho a recibir un sueldo, no dejará de ser llamativo, si es que finalmente se procediera a realizar un Pleno solo para aprobar sus emolumentos. En cualquier caso, ya sabemos, que conforme a la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2013, De Castro tiene derecho a atribuirse una retribución máxima de 79.598,46 euros anuales brutos, lo que vendrán a ser, en neto, algo más de 5.000 euros mensuales más pagas extraordinarias.
También puede optar por ponerse un sueldo inferior o incluso un sueldo idéntico a sus retribuciones como funcionario de Prisiones. Una opción que le honraría si la llevase a cabo puesto que demostraría, tal cual ha insistido tantas veces, que tanto él como el resto de miembros de Ciudadanos no acuden a la política para servirse ni para conseguir nóminas distintas a las que ya percibían, haciendo bueno su mantra de que “no necesitan la política para vivir”.
Lo que acabe decidiéndose ya se verá. Por ahora, el engranaje sólo se ha puesto en marcha. Como próximo paso, cabe esperar la constitución de las Comisiones, que igualmente prometen dar mucho juego, dado que el desempate entre unos y otros depende de nuevo de Ciudadanos o, lo que es lo mismo, de su único diputado y a la sazón también Presidente de la Ciudad. Como se supone que no podrá acudir a todas y compatibilizar a la vez sus muchas tareas como primera autoridad local y responsable directo del área de Seguridad Ciudadana, lo previsible es que todos los asuntos acaben en empate a resolver con el voto de calidad de quien resulte elegido presidente en cada Comisión. Y la elección de tan cualificado cargo, sí que no conviene al Gobierno que quede en empate, ya que en tal caso correspondería al candidato que proponga el PP por su condición de lista más votada. Así que De Castro, al menos, para la constitución de las Comisiones, tendrá que asegurarse su asistencia, vaya a ser que por tanto acaparar termine haciendo bueno el viejo dicho… ya saben, el que mucho abarca, poco aprieta.
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