A veces creemos que somos el centro del mundo y que las cosas terribles sólo nos pasan a nosotros porque de alguna manera nos consideramos ‘los elegidos’. Pues no, la práctica, con su indiscutible contundencia, nos demuestra día a día que nuestros problemas no son sólo comunes, sino también compartidos.
Prueba de ello es la comisión organizada en el Senado para analizar los problemas de los territorios extrapeninsulares, que ayer acordó un plan de trabajo para los próximos meses.
Esta comisión entrará en materia el próximo día 19 de febrero, con las comparecencias de los presidentes de las ciudades autónomas Juan Jesús Vivas (Ceuta) y Eduardo de Castro (Melilla); de las islas Canarias, (Ángel Víctor Torres) y de Baleares (Francina Armengol).
Las intervenciones se harán a puerta cerrada, como es habitual en este tipo de comisiones, pero contamos con que algún periodista avispado nos cuente en tiempo real lo que esté ocurriendo ese día en el Senado.
De momento tendremos que conformarnos con saber que en esa comisión se debatirán cuatro grandes bloques: economía y tecnología de la información; diversidad y servicios sociales; movilidad, transporte y conectividad y, por último, medio ambiente y cambio climático, aunque no necesariamente es éste el orden elegido para el debate.
Yo echo de menos que se hubiera incluido algún tema que permitiera a Melilla, Ceuta y Canarias plantear sus problemas con Marruecos. No son iguales en ningún caso, pero sí tienen todos el mismo origen y la misma posible solución: diplomacia, diálogo, consenso, mediación o como quiera llamarse. No pueden resolverse sin la intervención del Gobierno central y de ahí la importancia de llevar este tema a Madrid.
En todo caso, hay que aplaudir, sin dudas, que se haya podido alcanzar un acuerdo en el Senado para dedicar una comisión a los problemas que desde hace años sufren los territorios extrapeninsulares, ahora agravados por la pandemia del coronavirus.
Creo que es una buena señal porque al menos nos da la oportunidad de exponer nuestros problemas en Madrid. El tiempo dirá si sirve o no de algo, pero es evidente que lo que preocupa en Melilla está preocupando también en Ceuta, Canarias y Baleares.
No sólo compartimos la insularidad física o sentimental sino que también compartimos las dificultades para mantener las conquistas conseguidas en materia de transporte marítimo y conexión con la península.
Me preocupa, eso sí, que en vísperas de pedir solidaridad al resto de España estemos metidos de lleno en la polémica que se ha montado tras el blindaje de la caza del lobo en la Comisión Estatal de Patrimonio Natural, donde Melilla, Canarias y Baleares votaron a favor de la prohibición de la caza de este animal pese a que en ninguno de estos territorios ha habido ni habrá lobos.
Otra cosa muy distinta han decidido Castilla y León, Galicia, Cantabria o Andalucía, donde vive el 94% de la población de lobos en España y su gente sufre los estragos que en determinados momentos provocan estos animales.
Murcia, Comunidad Valenciana y Navarra, por ejemplo, tuvieron el buen juicio de abstenerse en esta votación ya que en estos territorios la presencia de lobos es prácticamente testimonial.
Este es uno de los pequeños detalles que luego cuentan a la hora de encontrar oídos receptivos a nuestras reivindicaciones. Queremos que nos escuchen, pero nosotros no escuchamos lo que preocupa en otros territorios.
Creo, sinceramente, que nuestro presidente Eduardo de Castro tiene que llegar a Madrid con el discurso diseñado a golpe de titulares. Tenemos que tener claro qué queremos comunicar y qué queremos conseguir. Por tanto es necesario que pongamos el acento en aquello que depende de la voluntad política y no de milagros y conjunciones espaciales.
A la Cámara Alta no podemos llegar a leer el cuento de la buena pipa para que se nos duerman los senadores. Hay que transmitir nuestra preocupación y hablar claro, sin tapujos. Lo que no digamos allí, será una oportunidad perdida.
No es que crea que ésta puede ser la solución a nuestros problemas. Lo que sí creo es que éste es el camino para conseguir que nuestros problemas crucen el Mar de Alborán porque en estos momentos al menos yo tengo la sensación de que no conseguimos solidarizar a España con lo que nos aqueja.
No podemos desaprovechar ni esta ni ninguna de las oportunidades que se nos presenten. El que no llora, no mama.
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