Por una Melilla sin barreras

Lo hemos criticado muchas veces, pero ha caído en saco roto. Nuestra ciudad necesita una revisión a fondo porque estamos a años luz de ser una Melilla sin barreras, accesible y con aceras para los peatones.

Hemos mejorado en los últimos años, pero aún queda mucho por hacer. A mí me dan los siete males cada vez que me veo obligada a andar por la calle porque una obra invade la acera y no establece el perímetro vallado para el paso de peatones. Hay veces en las que sólo les falta poner un cartel que diga: “Señores viandantes, jódanse, que esto es lo que hay”.

También me he preguntado en ocasiones quién diseña los pasos de peatones. Hay puntos de la ciudad donde tienes que hacer la ruta del bacalao para enlazar uno con otro. Se ve que el que los diseña no se baja del coche ni sale de los despachos. Me da que los colocan a ojo de buen cubero.

Uno de estos casos es el que ha denunciado el grupo de Facebook Denuncias Ciudadanas Melillenses en la parte alta del barrio del Real, donde los petones cruzan por una esquina en la que a nadie se le ha ocurrido señalizar un paso como Dios manda, entre otras porque hay una isleta en medio. Esa zona está pensada sólo para coches. ¡Quién iba a imaginarse que iba a pasar un ser humano por ahí!

Los transeúntes son como el agua que termina buscando y encontrando su cauce natural. La idea es que los encargados del diseño de los pasos de peatones en nuestra ciudad sean ante todo gente que se patea Melilla, la conoce y, sobre todo, la quiere.

Hace unos días paseaba en dirección a la playa de Horcas Coloradas y me vi obligada a jugarme la vida, andando por la calle, de espaldas al tráfico porque una obra en el paseo tiene cortado todo ese tramo. ¿A quién se le ocurre cortar un paseo marítimo por obras en verano? ¿A quién se le ocurre cortar la acera y no señalizar el paso de peatones por la calle en una de las zonas más concurridas por familias, deportistas y fitipaldis al volante?

Deberíamos poner un punto y aparte a tanta indiferencia. Deberíamos construir una Melilla generosa con los peatones y los ciclistas. Me gustaría que apostáramos por una ciudad ‘slow’ en la que cada rincón pida a gritos que lo recorran. Pero para eso hay que pensar en la gente; diseñar políticas inclusivas y aparcar el ordeno y mando. Esto no es un cuartel.

No es de recibo que madres con coches de bebés; vecinos con carritos de la compra; personas en sillas de ruedas, ciegas o con muletas tengan que subir y bajar constantemente a la calle para esquivar los postes de la luz colocados con mala leche en mitad de aceras diminutas y estrechas de las que nadie se ha ocupado en años.

Hay que diseñar una Melilla sin barreras para que la gente se deje los coches en casa y se anime a andar por una ciudad amable pensada para su gente.

Con el dineral que nos hemos dejado en peatonalizar calles del centro no me explico cómo es que no hemos sacado una partida presupuestaria para eliminar barreras arquitectónicas en nuestros barrios. A ver si ahora, el Gobierno del cambio se anima a hacerlo.

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