Editorial

Por una ciudad más limpia

No es difícil escuchar a pie de calle quejas en torno a la falta de limpieza endémica de nuestra ciudad. Siempre se señala con el dedo acusador a la empresa adjudicataria del servicio público o al Gobierno local, incluso se ha culpado durante años, a los vecinos de Nador de la acumulación de basura en el exterior de los contenedores. Sin embargo, pocas veces se señala el comportamiento incívico de quienes tiran la basura en solares como el que está frente al Mercado Central, en uno de Duquesa de la Victoria o en los alrededores de La Cañada.

No es un problema que afecte a una zona determinada de Melilla. Lo mismo lo vemos en el centro, que en la periferia. Y los ecologistas hacen bien en criticarlo, pero el dinero público, como se sabe, es finito y tenemos que estar limpiando continuamente zonas que los vecinos por hábito, vicio o dejadez convierten en vertederos habituales.

A la gente hay que educarla y además, ponérselo fácil. Si la basura se acumula en el solar que está frente al Mercado Central, ¿por qué no probamos a colocar contenedores en su puerta?

Son muchos los vecinos que han transmitido a El Faro sus quejas porque no tienen contenedores de basura cerca de sus casas. Son problemas que hay que resolver. Si queremos que la gente no tire papeles al suelo, tenemos que llenar la ciudad de papeleras. Si queremos que tiren la basura dentro del contenedor, hay que comprar contenedores más amplios y no estos modernísimos que tenemos con un tubo en el medio que no permite llenarlos en su totalidad.

Pero, sobre todo, hacen falta campañas innovadoras para transmitir a la gente el sentimiento de ciudad. Los melillenses tienen que entender que esto es de todos. Mientras ese trabajo de concienciación se hace, la Ciudad está obligada a limpiar porque de lo contrario, nos comerán las ratas.

No podemos tener solares insalubres a la vista de todos y hacer como que no existen. Hay que limpiarlos y, por tanto, tenemos que exigir que se haga, como se hace en el resto de España. Se le pide a los propietarios que limpien, o de lo contrario lo limpia la Administración y luego se le reclama la factura.

El problema no es sencillo, porque al final estamos obligando a un propietario a pagar por el incivismo de la gente que tira la basura en su propiedad.

Es una situación que hay que atacar desde varios puntos a la vez para que ganemos todos. Sólo así conseguiremos una ciudad limpia.

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