Se ha pactado una investidura con una persona que estaba fugada de la justicia y estaba imputada, según la ley que existía en ese momento. Ha fracasado la democracia y no es de recibo que unos políticos perdonen a otros políticos sus delitos a cambio de contar con su apoyo para lograr la investidura.
El PSOE, con el pacto constitucional, quiere mantenerse en el poder y España entra, al firmar este pacto con los independentismos (catalán y vasco), en un proceso de rediseño confederal.
El ansia de poder es el mejor pegamento para un gobierno de izquierdas y progresista apoyado por lo sectores más conservadores que hay en España: PNV y Junts, una contradicción que se ha resuelto al tocar el poder. Se constata, en este momento, el fracaso del PP y PSOE que se han anulado mutuamente y son incapaces de dialogar para quedar en manos de los nacionalismo (Junts quiere un sistema tributario propio para Cataluña y solo reconoce la soberanía del Parlamento catalán).
El PP, incapaz de llegar a acuerdos que no sea con Vox, que los tiene rehenes por su debilidad y falta de comunicación con otros partidos. Es penoso ver la rendición del PSOE, que se ha tenido que tragar todo para mantener el poder y este nuevo escenario político acaba de comenzar.
Este pacto no me gusta nada y me preocupa y creo que así pensamos muchos, de derechas, de izquierda y de centro. Tengo la sensación de que por mantenerse en el poder ha vendido su país por siete monedas (votos) de plata. Se ha cargado la separación de poderes y el Estado de Derecho, algo no negociable en una democracia.
Puigdemont, de un plumazo y dando las siete monedas de plata, pasa de ser un perseguido por la justicia, a que el Estado le pida perdón. Cree, su mente iluminada, que ha sido víctima de una persecución judicial, es decir, que se ha instrumentalizado la justicia, utilizada abusivamente y manteniendo apariencia de legalidad para inhabilitarle. “Jueces y juezas para la democracia” firmaron ayer un escrito que decía que ante el documento suscrito por PSOE y Junts para facilitar la investidura, las asociaciones judiciales firmantes mostraban su rechazo por las referencias al lawfare o judicialización de la política y sus consecuencias.
Puigdemont se ha salido con la suya y tiene los objetivos muy claros, es en este momento el político que más claro tiene dónde quiere ir y es consciente de estar tocando el cielo con la yema de los dedos. El independentismo con este pacto sale reforzado para retomar su pulso al Estado. Puigdemont advierte a Sánchez de que la estabilidad de su futuro gobierno “se la tendrá que ganar” (que miedo me dan esas palabras). También dijo que “Tengo mucho trabajo y poco tiempo” (es consciente de estar ante una oportunidad de oro).
Su comportamiento es vergonzoso, no tiene principios, no tiene valores, está humillando al Estado español. Si el pasado verano el PSOE hubiera ganado las elecciones, Sánchez seguiría con la idea de no a la amnistía porque no le hubiera hecho falta venderse. Este es el presidente de este país.
Sánchez se ha vendido al mejor postor, no tiene escrúpulos (dice una cosa y luego proclama la contrario y no porque ha cambiado de opinión reflexionando sino por pura conveniencia).
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