Hay voces en Melilla, que representan a una minoría que hace mucho ruido en las redes sociales, opuestas a que los medios de comunicación demos importancia a las colas de la frontera.
Tan acostumbrados estamos en Melilla a situaciones tercermundistas que hay un sector al que le molesta que a lo que ellos consideran cotidianidad se le dé tratamiento de noticia y, como siempre, terminan matando al mensajero.
No admiten que cerca del 60% de la población de esta ciudad tiene origen rifeño. Se niegan a reconocer que viven en una ciudad multicultural en la que ellos representan una minoría cada vez más minoritaria.
Creen que escribir sobre las colas de la frontera que afectan a la mayoría de los ciudadanos de Melilla es hacerlo "con perspectiva de tradiciones milenarias". Donde ellos ven un insulto, nosotros vemos un halago.
Hacer colas de 4 y 5 horas no es normal ni en Melilla ni en Nueva York ni en Londres. El tiempo que los ciudadanos pierden en una cola, debe ser exigido a la Administración. Las cosas no se montan para que salgan mal: todo lo contrario.
Si el embudo está en España por falta de agentes, hay que dar la cara y traer esos refuerzos que el Ministerio del Interior dice que está dispuesto a enviar en cualquier momento. Si el embudo está en Marruecos, hay que alertar al Ministerio de Exteriores o hablar con el gobernador de Nador para que pongan de su parte y entre ambos busquemos una solución al problema.
En cualquier caso es inaceptable creer que cientos de personas al sol, esperando para pasar a Marruecos no es noticia. Claro que lo es y, encima, de las malas.
¿Y saben por qué? Porque a un año de las elecciones nos han prometido una frontera del siglo XXI que ni está ni se la espera. Porque dijeron que las cosas no serían como antes y están siendo como antes: los problemas de antes de la pandemia siguen siendo los mismos de ahora.
A la élite que no quiere oír hablar de las colas de la frontera no les importa que el tráfico de mercancías siga en stand by sin que se den fechas de la reapertura de la aduana, pese a que Melilla lo necesita. Negar la mayor no soluciona el problema: lo enquista.
Aquí teníamos colas antes de la obligatoriedad de sellar el pasaporte y las seguimos teniendo ahora. Y nadie da la cara en Melilla para explicar qué está pasando. Cuatro horas de cola no es ni puede ser normal, como no es ni puede ser normal que en Marruecos los melillenses sufran el decomiso de enseres personales.
La solución no puede ser, pedirle a la gente que no salga a Marruecos. La solución pasa por pedirle a Marruecos que respete a nuestra gente.
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