Categorías: Editorial

Por los suelos

LA ONG Human Rights Watch sorprendió ayer, desde Berlín, con un durísimo comunicado contra la actuación de la Guardia Civil en la valla de Melilla.

La organización defensora de los derechos humanos pide al Gobierno de España y a las autoridades melillenses que frenen las deportaciones “sumarias e ilegales” de inmigrantes en la valla.
Además, asegura tener dos testigos y un vídeo grabado en Melilla el pasado día 13, que recoge el momento en que agentes de la Guardia Civil hacen un uso excesivo de la fuerza y golpean a inmigrantes en la zona entre vallas.
Como suele hacer siempre, el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, salió ayer a dar la cara por los agentes de la Guardia Civil y defendió, en un comunicado, el papel “ejemplar y humanitario” de los efectivos del Instituto Armado que custodian el perímetro fronterizo de la ciudad.
También la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) se pronunció ayer en defensa de los agentes de a pie y volvió a exigir que sean los mandos los que paguen por las órdenes que dan a sus subordinados.
Desde Human Rights, una organización con muchísimo eco a nivel internacional, hicieron énfasis en la violación de la Ley de Extranjería en la valla de Melilla y cuestionaron el concepto operativo de fronteras que utiliza el Ministerio del Interior para justificar lo que definen como “rechazos en frontera” y que para Human Rights y la mayoría de juristas y defensores de los derechos humanos son ‘expulsiones en caliente’.
Para ser justos, el comunicado de HRW ignora a los guardias civiles que también han sido víctimas de agresiones en la valla.
Lo cortés no quita lo valiente y nada justifica excesos en el cumplimiento del deber.
Aún teníamos fresca la imagen de los ‘mejanis’ marroquíes apaleando a inmigrantes en la valla ante la impasividad de varios GRS, cuando Human Rights revela un vídeo con imágenes más propias de una república bananera que de un Estado democrático.
Por algún motivo hemos cruzado la delgada línea que separa la protección de nuestras fronteras del respeto de los derechos humanos de un gran número de refugiados que llega a la ciudad huyendo de conflictos en la República Centroafricana o Mali.
Ahora puede que muchos subsaharianos intenten escapar del ébola. ¿Tiene una persona derecho a huir de la muerte? Ésa es la cuestión.
Melilla vuelve a estar en el punto de mira. No podemos tolerar excesos de unos pocos en la valla. Su actitutd empaña el buen hacer de una de las instituciones más valoradas de este país y deja el nombre de la ciudad por los suelos.

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