Las religiosas de María Inmaculada dicen que decenas de personas de otros barrios les piden alimentos, pero no tienen recursos para atenderlos a todos
El timbre de la puerta del Centro María Inmaculada del Monte María Cristina no para de sonar durante toda la semana. Las religiosas de esta congregación reciben a diario la visita de decenas de personas que piden ayuda para sus familias. Pero no siempre pueden echarles una mano. En este centro no hay recursos suficientes para todos y en más de una ocasión, las hermanas tienen que derivar a estos ciudadanos a asociaciones y ONG’s que trabajan en sus barrios de procedencia. La directora del centro, Mercedes Moraleda, asegura que ha habido un incremento de solicitudes de ayudas puntuales de personas que proceden de otras zonas de Melilla. Moraleda asevera que en el Monte María Cristina todo sigue igual que hace dos años, cuando subió la demanda de alimentos y ropa por parte de familias necesitadas de esta barriada de la ciudad. Sin embargo, insiste en que no dejan de llegar gente de otras zonas deprimidas de Melilla.
Pero, ¿por qué una persona recorre media ciudad para solicitar alimentos a estas religiosas si tiene ONG’s que puede atenderle a un paso de su casa? Moraleda no cree que sea porque en otras entidades no les asistan correctamente, sino porque su horario es más flexible que el de otras instituciones dedicadas a la donación de alimentos o de ayudas puntuales. La puerta del Centro María Inmaculada siempre está abierta. Además, la religiosa destaca que el ‘boca a boca’ funciona muy bien en Melilla y ellas, por suerte, tienen la fama de ayudar a todas las personas necesitadas. La directora del centro señala que estos dos factores son los que han influido para que se hayan visto “desbordadas” por la afluencia de ciudadanos de otros barrios.
Todo igual que en 2013
En cuanto al Monte María Cristina, Moraleda afirma que en 2014 todo estaba más o menos igual que en 2013. No ha mejorado ni empeorado la situación de las familias. Aunque también reconoce que algunas de ellas son beneficiarias de los planes de empleo y eso permite a la congregación repartir los alimentos de los que eran beneficiarias estas personas a otras necesitadas que estaban en lista de espera. Pero más allá de eso, no hay muchas más mejoras entre los colectivos más necesitados del barrio, apunta Moraleda.
Lo que sí ha mejorado, resalta la directora del centro, son los servicios que ofrecen. Cuentan con una ludoteca desde octubre y eso ha permitido ampliar el número de talleres y atenciones a niños y adultos del Monte María Cristina.
Gracias a un convenio con la Consejería de Educación, cuentan con un grupo de maestros que ofrece clases de refuerzo y talleres lúdicos durante cuatro horas a unos 110 niños. Las cinco aulas de la ludoteca están divididas por edades, desde los 6 a los 12 años. Los monitores trabajan con los niños sobre las asignaturas del colegio durante dos horas y el resto del tiempo, lo dedican a hacer talleres de teatro, manualidades o música. Moraleda explica que cualquier actividad es buena para que los niños aprendan a convivir e incluso mejoren su español.
Pero la ludoteca también ha servido para ampliar el número de talleres enfocados a los adultos. Los cursos de alfabetización o de informática sirven para que unas 60 mujeres puedan mejorar su castellano y aprendan a manejar un ordenador.
Formación a familias
Por otro lado, la directora del centro señala la importancia que está adquiriendo la formación en los nuevos proyectos de 2015. El objetivo de las religiosas es implicar a las familias en mejorar su ‘estudios’. Moraleda asegura que poco a poco se están incorporando a los cursos de alfabetización o de economía del hogar los adultos de las familias a las que atienden de forma continuada. “No se trata sólo de darles el pescado, sino de que tengan herramientas para pescar”, asevera la religiosa.
Centro juvenil
Otro de los proyectos que tiene en marcha desde hace unos años la institución es ‘El centro juvenil’. Se trata de talleres lúdicos que se desarrollan en el centro los viernes por la tarde y el sábado para entretener y educar a los más pequeños del barrio. Una fundación de la península financia la contratación de cuatro monitores de ocio y tiempo libre y el resto de jóvenes que participan en la actividad son voluntarios. El objetivo no es sólo que los menores no estén en la calle, sino que participen en juegos y deportes que les enseñen a compartir y a divertirse.
Casi un año repartiendo desayunos solidarios en el barrio
En el Centro María Inmaculada pusieron en marcha los desayunos solidarios en abril del pasado año. No es que eligieran esa fecha, es que fue cuando consiguieron las ayudas suficientes para mantener el programa hasta el pasado diciembre. Son colaboradores de las religiosas los que permiten sostener esta ayuda que da de desayunar a unos 40 niños.
Todas las semanas cada familia recibe dos litros de leche, cinco zumos, galletas o dulces, una vez cada quince días cuentan con un bote de crema de cacao y mantequilla y una vez al mes con botes de cacao en polvo, azúcar y frutas. Moraleda asegura que no es “mucho”, pero es todo lo que pueden aportar a cada niño. Con esto se intenta que puedan llevar al colegio un zumo y algún dulce y así evitar que se vayan a clase sin desayunar.
El proyecto continúa aún y esperan poder seguir dando estos alimentos a esos niños durante el resto del año. Hay pequeños en lista de espera, pero no pueden ampliar más la entrega de productos porque no hay recursos para cubrir toda la demanda de los desayunos solidarios.
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