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Pleno de pesadilla

El Pleno de Control de ayer superó a todos los anteriores, no por los rifirrafes, que como vulgarmente se dice no se salieron de madre para la casuística que ya se ha dado varias veces en las mismas sesiones. Fue de espanto por lo largo y lo denso. Tanto que cada vez me pregunto más qué sentido tienen, si en realidad no sirven más que para repetir lo que unos y otros ya ha dicho veinte mil pares de veces en declaraciones y ruedas de prensa varias.
La verdad es que me esperaba lo sucedido. Me suponía que el Gobierno local no iba a contestar oralmente las preguntas de la oposición sobre la Autoridad Portuaria. El Ejecutivo de Imbroda sin quererlo ha dado un balón de oxígeno a sus opositores, porque de su negativa en principio a admitir preguntas que, siendo justos, en muchos de los casos no le corresponde contestarlas, ha terminado por forzar una salida que, ahora, tras la sentencia en su contra, se vuelve mucho más polémica y cuestionable.
Digo lo anterior porque, como sabrán, la interpelación y preguntas sobre la Autoridad Portuaria se excluyeron de un Pleno de Control anterior y sólo por decisión judicial han terminado por admitirse.
Entonces, como ayer, el Gobierno Imbroda podría haber optado por desviarlas a su contestación por escrito. Ahora, con los antecedentes de la sentencia, lo que es una opción prevista en el Reglamento de la Asamblea, se convierte en una fuente de críticas y polémica.
No obstante, siendo justos, hay que reconocer que muchas de esas preguntas carecen de poco sentido plantearlas en el seno de la Asamblea. Cuándo y cómo se ha dado autorización a una estación de servicio y combustible en el puerto o en qué se beneficia Melilla de los viajes de Arturo Esteban son cuestiones que debe contestar el propio presidente del organismo portuario, que por carecer de escaño en la corporación melillense ni asiste ni comparece ni pertenece tampoco a la Asamblea local.
Otra cosa es la interpelación, en la que en cierto modo se hablaba ya de parte de los asuntos que luego se formularían en formato de preguntas y que, por el contrario, sí tiene lógica se someta a debate, porque a fin de cuentas se habla de manera general de la gestión de un cargo propuesto y avalado por el Gobierno Imbroda.
El Ejecutivo melillense debería aprender de sus errores y entender que a la oposición debe darle un mínimo de chance por mucho que se reitere in extremis en sus alegatos e intervenciones. De hecho, la vuelta ayer al voto por correo en los términos ya conocidos, el abuso en la referencia al presidente de Annour como un promarroquí que se presta al doble juego y que está siendo utilizado peligrosamente por el Gobierno Imbroda, o la reiteración de acusaciones a costa de los disturbios de la Cañada, aportó en conjunto muy poco de nuevo. Sirvió para escenificar ante los medios y especialmente las cámaras de televisión lo que ya se ha dicho en innumerables ocasiones.
En mi opinión la estrategia de CpM y PSOE es excesivamente reiterativa y diluye la fuerza de nuevos asuntos, como las críticas al uso que se está haciendo, en estos previos de unas nuevas elecciones, de cursos a tutiplén de alfabetización con la participación de entidades vecinales.
Ese tipo de política no asegura por si sola el clientelismo político fácil pero siempre lo abona y favorece. Aún así, la fuerza de los argumentos en tal sentido como digo se diluyen en una maraña tan amplia, donde la reiteración acaba ahogando lo relativamente novedoso.
Estamos ya en campaña y no se puede esperar nada de constructivo ni positivo a costa de sesiones plenarias como las de ayer. Son un pugilato verbal y nada más, que finalmente puede tener unos efectos muy nocivos en los ciudadanos, hartos de tanta gresca y embrollo.
Mi parecer no es más que el de una humilde escribidora, como a veces me han llamado desde las filas del PSOE, pero aún así pienso que nuestra política exige algo más de generosidad por todas las partes. Ahora ya es tarde para ello. A ver si nuestros políticos son capaces de hacer propósito de enmienda para el próximo mandato electoral. A Melilla le sobra tanto enfrentamiento, personalismos, filias, fobias y protagonismos en exceso. No soy más que lo que soy para decir lo que pienso, pero creo que muchos melillenses comparten mi opinión.

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