En el corazón de Melilla la Vieja, rodeada por imponentes murallas y edificios históricos, se encuentra la Plaza de Armas, un espacio vibrante que palpita con la historia y la vida cotidiana de la ciudad. Más que una simple plaza, este lugar emblemático representa un crisol de culturas, un escenario de eventos trascendentales y un punto de encuentro para melillenses y visitantes.
La Plaza de Armas tiene un largo caminar en la historia de Melilla. Durante la Edad Media pudo ser una zona de mercado local, de ahí el nombre con que se la conoció posteriormente, “Plaza de la Alaphia”, cuya traducción al árabe es “Plaza de Paz”. De esta época, que cronológicamente abarca cinco siglos, del X al XIV, se han encontrado numerosos silos de grano, cuyo material cerámico ilustran periodos de época omeya, almorávide, almohade o nazarí.
Debido a los continuos asedios y ataques que sufrió Melilla en los siglos XVII y XVIII, se decidió dividir su espacio mediante un foso, que se conoce como Hornabeque, en dos recintos abaluartados diferentes.
El sector más próximo al foso de Santiago sería conocido desde entonces como Plaza de Armas, manteniéndose la ermita de finales del siglo XVI junto a otros edificios, principalmente cuarteles, tal y como señala la web de la Fundación Melilla Ciudad Monumental.
Al construirse el Cuarto Recinto de Melilla en el siglo XVIII, los recintos anteriores perdieron su papel de vanguardia defensiva y su espacio sería ocupado a lo largo del XIX por cuarteles de tropas y por el cuartel de desterrados que en 1847 aún permanecía ejerciendo dicha función, saturándose todo su espacio con diferentes construcciones.
Un paseo por el tiempo
La Plaza de Armas, tal y como la conocemos hoy en día, data del siglo XIX, fruto de una ambiciosa remodelación que transformó lo que antes era un espacio irregular en una plaza regular y simétrica.
A lo largo de los siglos, la Plaza de Armas ha sido testigo de numerosos eventos históricos que han marcado el devenir de Melilla. Desde celebraciones reales y proclamaciones hasta desfiles militares y manifestaciones populares, la plaza ha sido el escenario donde se ha escrito parte de la historia de la ciudad.
Un crisol de culturas
Melilla, como ciudad autónoma situada en el norte de África, se caracteriza por su rica mezcla de culturas. En la Plaza de Armas, esta diversidad se refleja en la arquitectura de los edificios que la rodean, en los rostros de las personas que la transitan y en el ambiente cosmopolita que se respira.
Más allá de su importancia histórica y cultural, la Plaza de Armas es un lugar de encuentro y ocio para melillenses y visitantes. Ahora dispone de una terraza donde se puede disfrutar de un café o de la compañía de familiares y amigos.
En realidad, es un símbolo de la identidad de Melilla la Vieja. Su presencia imponente y su rica historia la convierten en un lugar imprescindible para cualquier visitante que quiera conocer la ciudad a fondo.
La Plaza de Armas es mucho más que una simple plaza. Es un espacio vivo, un crisol de culturas, un escenario de eventos históricos y un símbolo de la identidad de Melilla la Vieja. Un lugar que invita a pasear, a disfrutar del ambiente y a sumergirse en la rica historia de la ciudad.
Cada 17 de septiembre, la plaza es el escenario donde se celebra una de las jornadas más importantes de la ciudad: la conmemoración del aniversario español de Melilla, que este año ya alcanzará los 526 años. Además, acoge cada verano el ciclo musical ‘Melilla a la luna’, que concentra a cientos de personas para seguir los distintos espectáculos que se ofrecen en lugar único en todo el Mediterráneo.
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