Ayer comenzó el año nuevo 2969 de la cultura bereber. Y para celebrarlo, el Instituto de las Culturas preparó una serie de actividades en la céntrica Plaza de las Culturas.
El ambiente que se respiró en la plaza fue de hereogeneidad. Hubo rifeños en su mayoría, sí. Pero también había cristianos, judíos, musulmanes, y gente sin fe. En esta fiesta de cultura bereber hay cabida para todas y todos.
Aparte de personas, también hubo música. Se instaló un gran escenario de unos quince metros de largo y diez de ancho en el centro de la plaza en el que actuaron varios artistas durante toda la jornada. Entre actuación y actuación, un ‘speaker’ animó a los asistentes. Explicó que no sabía hasta que hora iban a estar “porque las fiestas bereberes se sabe a que hora empiezan, pero no a qué hora acaban”. “Esto está hecho para que la gente se divierta y parece que lo estamos consiguiendo”, dijo.
Óscar es uno de los melillenses que disfrutó de la música bereber. Vino con su niña pequeña y estuvieron gran parte del día bailando. “Al principio no quería, pero mi hija me ha animado y lo hemos pasado muy bien”, explicó. Y que después de tanto baile “tocaba reponer fuerzas bebiendo té y comiendo algo”.
Porque, de todos los puestos que había, los más multitudinarios fueron los de comida. El Instituto de las Culturas suministró con materas primas a la Asociación Rusadir 21, quienes cocinaron toda la gastronomía bereber que ofrecieron de manera gratuita a todo aquel que quiso acercarse hasta allí.
Layla, la presidenta de esta asociación, se mostró muy contenta con el éxito que tuvo la comida que prepararon. “Todo esto lo hemos cocinado entre 24 compañeras, aunque en los puestos, hemos sido más de 60 las que hemos servido toda la gastronomía bereber”. Además explicó que su objetivo era “que la cultura bereber abrazase a la cultura melillense a través de la comida”. A juzgar por las filas de gente que se formaron, cumplieron su objetivo.
Una de estas mujeres comentó desde dentro de unos puestos que “fue todo un éxito. La comida voló muy rápido. Hemos servido panes tradicionales, cuscús dulce, pastela, pañuelos, huevos duros, pastas, frutos secos y dulces. Y además té. Porque no puede faltar té en ninguna celebración bereber ”, añadió.
Otro de los puestos que más éxito tuvo fue el de los tatuajes de henna. Una de las tatuadoras dijo que no sabía cuántos tatuajes podría hacer a lo largo del día, pero “que viendo la cola que había en esos momentos, estaba claro que pocos no iban a ser”. A media mañana, se acercaron a los actos de la celebración el presidente de la ciudad autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, y la presidenta del Instituto de las Culturas, Paz Velázquez.
Imbroda quiso recalcar la gran cantidad de amazighs que hay en Melilla y que “a ellos les dedicamos este día”. Quiso también dar importancia a todas las actividades programadas por el Instituto de las Culturas, y señaló que, ayer “fue el día en el que se recogió el fruto del trabajo de muchos años”. “Antes había más timidez en esta celebración, y ahora he apreciado mucho más descaro”.
Velázquez, por su parte, señaló que la de ayer fue “una jornada para reivindicar la cultura amazigh”.
Después de estas palabras, ambos pasearon entre la gente y visitaron varios puestos. Entre ellos el de comida. Cuando llegaron, varias mujeres de Rusadir 21 tocaron instrumentos bereberes mientras cantaban canciones tradicionales y emitían los característicos chillidos propios de esta cultura.
Velázquez e Imbroda comieron pastelas y dátiles al ritmo de las panderetas bereberes en la heterogénea fiesta del Yennayer 2969.
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