Dice el consejero Mohamed Mohand Mohamed que quiere reactivar la economía de Melilla atrayendo turismo y empresas. Lejos de alegrarme, estas declaraciones me han dejado boqueando, como si me hubieran envenenado con una chispita de aguafuerte.
No es que el socialista haya dicho una locura: es que directamente nos está vendiendo la burra y la moto sin pudor alguno. Digamos que le faltó aclarar en qué siglo pretende conseguir que la economía de Melilla despegue gracias al turismo y a la captación de empresas que quieran invertir en nuestra ciudad.
Si Melilla fuera un chollo nos lloverían las solicitudes de emprendedores dispuestos a hacer crecer su dinero aquí. Pero la realidad es que no vienen porque no les merece la pena y en dos años de Gobierno, el tripartito no ha hecho nada para conseguir una rebaja fiscal que nos aleje del mapa de los dirhams y nos vuelva a colocar en la ruta de los euros.
El mismo partido que nos condenó a viajar con el peor contrato marítimo de la historia reciente de esta ciudad, nos promete ahora que luchará para mejorar la conexión con la península y que, por arte de magia nos traerá turistas a mansalva.
¿Qué nos propone concretamente el socialista Mohand? ¿Devolvernos lo que teníamos en tiempos de Imbroda? ¿Y cómo piensa hacerlo? ¿De dónde saldrá el apoyo? ¿De Madrid?
Tan mal estamos en Melilla que en estos momentos nos contentamos con que nos dejen como estábamos hace cuatro años. Lo justo hubiera sido que si no iban a mejorar lo presente, por lo menos nos hubieran respetado lo que ya disfrutábamos. Pero ni eso. Hoy estamos peor y no precisamente porque lo anterior haya sido la panacea. Aquí las empresas empezaron a cerrar hace mucho tiempo y tampoco vimos reacción por parte de los que hoy se atreven a dar lecciones de solvencia y buena gestión.
Los planes del consejero Mohand para hacer despegar nuestra economía, estando como estamos en estado vegetativo, no tienen ni pies ni cabeza. No es de recibo que nos diga que quiere atraer turismo sin aclarar cómo piensa hacerlo y qué plazos se marca para conseguirlo. Estoy segura de que no ha reparado en que en esta ciudad estamos hartos, como dice la canción, de que nos prometan y al final no cumplan nada.
En estos momentos, con la frontera cerrada, no se puede decir que queremos atraer turistas cuando en Melilla tenemos un contrato marítimo para rompérselo en la cara al ex ministro socialista José Luis Ábalos, que fue quien lo aprobó con los aplausos, el beneplácito y la sonrisa complaciente del PSOE local.
Fíjense, yo podría entender que un político de Baleares, Canarias o Madrid prometa trabajar por aumentar la llegada de visitantes a esas comunidades. Eso a corto plazo es difícil, pero viable en esas autonomías. Sin embargo, que lo diga el consejero de una ciudad como Melilla es casi de juzgado de guardia.
¿Se acuerdan del crucero que tuvo que regresar a Puerto a dejar a un menor extranjero no acompañado que se le coló como polizón durante la escala en medio de un día lluvioso en Melilla? Puede que alguno de nosotros, con el tiempo, lo haya olvidado. A quien no se le ha olvidado, seguro, es a la naviera y a los pasajeros que viajaban en ese barco.
No se trata sólo de conseguir que los cruceros paren en nuestra ciudad; se trata de garantizar la seguridad y sobre eso tampoco ha adelantado nada el consejero Mohand.
Es importante que la ingente cantidad de políticos que componen el Gobierno local entiendan que estamos hartos de improvisaciones y de palabras huecas.
Para hacer despegar una economía con recursos limitadísimos como la nuestra hace falta dinero, dinero y dinero. Ya sea en forma de ayudas estatales, rebajas fiscales o fondos de inversión. Hasta que eso no rule por la ciudad aquí no se mueven ni las hojas de los árboles. Es así de sencillo.
Hemos estado 17 meses sin presidente en Promesa y ahora mismo tenemos un consejero de Economía compitiendo en el Dakar flojito de neumáticos. Señores, por favor, seamos serios.
Acaben de entender que muchas de las empresas de esta ciudad que en su día fueron solventes están viviendo hoy un escenario de guerra. Van y vamos al límite. Estamos acabando con el tejido empresarial de Melilla y en este contexto no se puede venir a contar milongas. Oiga, cállese. De verdad, no fuerce la máquina. No nos provoque. Hable menos y haga más. Como mínimo, haga algo por merecer el sueldo que le pagamos a usted y al regimiento que habéis colocado en la Ciudad Autónoma.
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