El diputado popular Fernando Gutiérrez-Díaz de Otazu ha puesto sobre la mesa un asunto que ya debería estarlo: la búsqueda de un plan B para Melilla y Ceuta. En esencia, el general en la reserva viene a pedir al Gobierno de España que trace un itinerario sostenible (yo le añadiría también que “creíble”) para resolver la asfixia económica de las dos ciudades autónomas al margen de que abra o no la frontera con Marruecos el próximo 30 de este mes de junio.
Desde esta columna llevamos tiempo hablando de ese plan B al que sólo se refirió en una ocasión, ya hace años, el expresidente Juan José Imbroda cuando dijo que Melilla debía mirar hacia Europa y dar la espalda a Marruecos.
Ha pasado más de un año desde que Rabat cerró la frontera con Melilla y Ceuta so pretexto de la pandemia del coronavirus y en este año hemos tenido debates, encuentros, foros, comparecencias, pero no se ha tomado una sola decisión en firme que vaya encaminada a buscar una solución que satisfaga a los empresarios de ambas ciudades, que hasta marzo de 2020 vivían del comercio con el país vecino.
¿A qué estamos esperando? Pasan los días, pasan los años y no se toman decisiones económicas importantes. Nuestros políticos están literalmente sobrepasados por la gestión de la pandemia y no tienen cabeza para pensar que la vida no merece la pena ser vivida sin expectativas. Por más que nos adoctrinen con el aquí y el ahora, somos humanos y necesitamos soñar, como lo hace un madrileño o un andaluz.
Melillenses y ceutíes necesitamos saber que podemos comprarnos una casa sin que nuestra inversión corra peligro con una invasión marroquí. Parece que es una perogrullada, pero no podemos rehuir de un tema tan espinoso. La soberanía española en las ciudades autónomas tiene que ir de la mano de la sostenibilidad económica de ambas plazas.
Ayer el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, intentó poner un poco de calma en el debate sobre las relaciones hispano-marroquíes. Fiel a su costumbre de vivir en una realidad paralela, dijo que “tenemos que seguir construyendo la confianza” entre España y Marruecos.
¿Seguir construyendo? A estas alturas, señor Marlaska, no queda otra que empezar de cero. Aquí no podemos hacer borrón y cuenta nueva. Una relación que ha saltado por los aires no puede retomarse sin más en el punto en el que se la dejó. Hay que hablar y mostrar interés mutuo por alcanzar un consenso sin ganadores ni vencidos.
Olvida Marlaska que Sánchez quemó los puentes el día antes de estas declaraciones del ministro del Interior en RNE. El presidente se vino arriba y acusó a Rabat de “atacar” nuestras fronteras tomando por excusa un conflicto diplomático y político. Es verdad que necesitábamos escucharlo. Pero también lo es que ahora ya no hay marcha atrás.
Esa acusación frontal llevó a Marruecos a confesar, por primera vez, que el problema de fondo no se acabará cuando Brahim Ghali salga de España. Aquí, de lo que ellos quieren hablar es del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Lo dijo sin rodeos el ministro de Exteriores marroquí, Naser Bourita, que sigue tomándonos por tontos.
Cree que no somos capaces de llegar solos a esa conclusión. También cree que se nos olvida la amenaza de su primer ministro Saadeddine El Othmani, que a finales del año pasado dijo que cuando acabaran con el conflicto saharui iban a ir a por Ceuta y Melilla.
La pregunta es: ¿En qué situación quiere Moncloa que estén las ciudades autónomas cuando eso suceda? ¿Asfixiadas como ahora? El problema no es ni puede ser sólo reforzar las fronteras. Aquí también hace falta reforzar la presencia del Estado a través de más plazas de funcionarios.
Pienso, sinceramente, en un territorio de ultramar como la Guayana francesa, que sigue siendo un trozo de Europa en el continente latinoamericano. No sólo hablan francés y su moneda es el euro. Aquello es un trozo de la UE a medio camino entre Surinam y Brasil. La Guayana es próspera porque Francia ha conseguido crear empleos y negocios relacionados con el puerto espacial Kourou, sitio oficial de los lanzamientos de la Agencia Espacial Europea.
¿Es que no se pueden lanzar cohetes desde Melilla? Es verdad que no estamos cerca del Ecuador, como la Guayana francesa, pero evidentemente los políticos franceses buscaron un plan B de viabilidad para esta provincia de ultramar. Allí no hay migraciones masivas. Aquello es Europa.
¿No podemos encontrar nosotros una fuente de empleo y prosperidad para Ceuta y Melilla? Claro que podemos, pero nuestros políticos no han tenido tiempo de ponerse a pensar en ello. Van sobrepasados por la actualidad. Es responsabilidad de todos los melillenses pensar en serio en nuestro futuro. El de nuestros hijos. Votar lo de siempre está demostrado que no resuelve nuestros problemas. Sólo garantiza trabajo para quienes no conocen el paro porque llevan años chupando de las arcas públicas.
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