-
La antigua asociación Kahinarte organizó ayer una nueva edición del programa ‘Baraka’ en la plaza Martínez Campos
Dicen los que más saben de enseñanza y pedagogía que los niños aprenden jugando. En Oxígeno Laboratorio Cultural (anteriormente conocido bajo la denominación de asociación Kahinarte) comparten este principio, de ahí que se acerquen a los más pequeños, mediante actividades en las que estos son los auténticos protagonistas.
Por este motivo, la agrupación organizó ayer una nueva edición del programa ‘Baraka’, compuesto por música y juegos para la infancia, entre otras acciones. En esta ocasión, el lugar elegido para la celebración de las actividades fue el barrio del Rastro. Concretamente, la plaza Martínez Campos, al término de la calle General García Margallo.
Oxígeno continúa, de esta manera, cumpliendo con su compromiso de dinamizar las áreas menos conocidas de Melilla. “Solemos trabajar en los distritos IV y V, con el objetivo de dar a conocer estas zonas y realizar actividades allí dónde no se solían hacer”, contó a el Faro el responsable de la asociación, Francesco Bondanini.
En ellas, según el italiano, se busca que los niños pasen una mañana “amena”, pero también que se expresen y digan qué les gusta y qué no, con respecto al entorno que les rodea. “Creemos mucho en la participación de los niños y en las ideas que puedan aportar. Ellos son los que más sufren los errores que cometemos los adultos”, afirmó Bondanini.
Ajedrez y más
Una de las actividades, así pues, consistió en el diseño a mano de una especie de cartel publicitario sobre el Rastro, en el que los chicos y chicas que se dieron cita en la plaza a lo largo de la mañana debían escribir y dibujar las cosas del barrio que, según su opinión, podrían o deberían mejorarse.
No fue la única acción. También se esbozaron pinturas de tiza sobre el suelo, se saltó a la comba, se escuchó música (y, por ende, se bailó), se hicieron trabajos de papiroflexia, se diseñaron pulseras y se jugó al ajedrez, actividad en la que colaboraron voluntarios de la federación local. Los niños disfrutaron como deben hacerlo las personas de su edad. Podía verse en sus caras y en las de los monitores que, una vez más, los acompañaron. “Ya conocemos a la mayoría”, dijo Bondanini, quien señaló también que en esta clase de celebraciones siempre se genera “un ambiente casi familiar, algo nada institucional que surge desde abajo, de los propios voluntarios que trabajan con nosotros”.