Medio ambiente

Pinsapos

El arco Bético-Rifeño

Las sierras andaluzas y rifeñas de un lado y otro del estrecho guardan una simetría casi perfecta, algo que no es casual si nos atenemos a su pasado geológico. Si no estuviera el mar de por medio, uniendo los extremos más próximos de estas sierras formarían un arco con sus puntas mirando hacia el este. De hecho, hace millones de años, antes de que existiera el estrecho de Gibraltar, estas dos formaciones geológicas eran una sola; de ahí que estén formadas por los mismos materiales calizos a ambos lados. Su pasado común también se refleja en otros detalles, como su flora y su fauna.

Lluvia y caliza

Una especie en particular, el pinsapo (Abies pinsapo), cuya distribución mundial se circunscribe únicamente a las cumbres de estas sierras, constituye una prueba viva de la antigua unión geológica de estos montes, que formaban un único macizo en el pasado. El pinsapo es un abeto que se separó de sus parientes del norte de Europa hace millones de años, debido a las glaciaciones. El azar hizo que en estas cumbres sureñas se dieran una serie de condicionantes que permitieron que una pequeña población de abetos sobreviviera en ellas, y se han mantenido aislados de sus parientes más próximos, situados en los Pirineos, desde entonces. Uno de los principales condicionantes que permitieron sobrevivir a esta especie tan al sur es la altísima pluviometría que se registra en estos montes, ya que retienen todos los frentes húmedos que penetran por el estrecho desde el atlántico; de hecho, son los lugares más lluviosos tanto de España como de Marruecos. El pinsapo, además de necesitar una cantidad de lluvia ingente para sobrevivir, requiere suelos bien drenados. ¿Cómo pueden estar estos suelos drenados con la cantidad de agua que reciben? Aquí interviene la composición caliza de estos montes, que absorben el agua sin dificultad y la encauzan hacia el subsuelo, surgiendo de grutas y manantiales en cotas más bajas.

Árboles del Terciario

Estas condiciones ecológicas tan particulares han permitido que este árbol relicto del terciario viva en las sierras andaluzas y rifeñas como si el tiempo se hubiera detenido. Es realmente impactante ascender por estas sierras, cuyas laderas están pobladas por especies típicamente mediterráneas, y topar en sus cumbres con estos bosques de abetos cuya imagen nos traslada de golpe a las frías cumbres del norte de Europa. Son árboles muy altos (no son raros los ejemplares que superan los 30 metros), y suelen tener un solo tronco que se yergue en línea recta desde el suelo. Sus ramas terminales tienen una forma peculiar parecida a los cepillos que usan los deshollinadores. Según algunos autores, la separación física de las cumbres que albergan los pinsapos los ha diferenciado genéticamente en tres subespecies, Abies pinsapo pinsapo, que se distribuye por la Sierra de Grazalema, Sierra Bermeja y Sierra de la Nieves, en Andalucía; Abies pinsapo maroccana, en los picos de la zona del Talassemtam, y Abies pinsapo tazaotana, en el monte Tazzaot; estas dos últimas localidades están en el Rif. Aunque otros autores sostienen que en realidad se trata no de subespecies sino de especies distintas, va cobrando fuerza la opinión de otros muchos eruditos que afirman que no son sino variedades de la misma especie, que han desarrollado algunas diferencias morfológicas claras debido a su aislamiento.

Una seria amenaza; el cannabis

A pesar de que las autoridades de ambos lados del estrecho son conscientes del auténtico tesoro natural que son los bosques de pinsapos, y tanto a un lado como a otro el pinsapo está protegido por la ley, sobre esta especie se ciernen aún muchas amenazas de importancia. Quizás los más amenazados directamente sean los abetos rifeños. Los montes que los albergan, la llamada sierra de Ketama, son los mismos en los que se cultiva el cannabis, y frecuentemente los lugareños talan amplias parcelas de bosque para ganar terrenos fértiles y dedicarlos a estos cultivos tan rentables.

Parque Transcontinental

Hace algunos años se puso en marcha un proyecto muy interesante, unir ambas zonas naturales separadas por el mar en un solo parque natural, dependiente de España y Marruecos a un tiempo. Se trata, pues, de un parque natural que abarca territorios de dos continentes, y así queda reflejado en su nombre, Parque Transcontinental. Aunque por ahora no se ha avanzado mucho en la consecución de este proyecto, resulta realmente esperanzador que estas dos administraciones hayan comprendido que la naturaleza no tiene fronteras, y los bosques de pinsapos del arco Bético-Rifeño son una buena prueba de ello.

 

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