Tras más de un mes con la línea 6 suspendida, todo apunta a que la Cooperativa Ómnibus de Autobuses (COA) no tiene intención de reanudar los viajes de esta ruta.
Todo surgió a raíz de una de las varias agresiones que han sufrido o podido sufrir los conductores de esta empresa, altercados que parecen haberse vuelto más frecuentes con el tiempo.
El jefe de tráfico de esta compañía aseguró ayer a El Faro que hasta que no se coloquen mamparas protectoras para los chóferes de la COA de las líneas 5 y 6 no tienen previsto que el recorrido suspendido vuelva a entrar en funcionamiento. De hecho, apuntan que sus recursos económicos son limitados y consideran que debe ser la Administración la que sufrague el coste de este elemento protector.
Los problemas de esta cooperativa no son algo nuevo en la ciudad. De hecho, el verano pasado la empresa llegó a anunciar la suspensión de servicio con el fin de negociar un mejor acuerdo con la Ciudad Autónoma.
El problema, como con todos los servicios enfocados al común de la ciudadanía, es que la falta de los mismos termina repercutiendo en los usuarios, en definitiva, en los melillenses que utilizaban esta ruta de autobús para hacer algo tan simple como moverse por Melilla.
Es cierto también que los márgenes de negociación parecen ser estrechos. Sin embargo, si se parte de la base de que una ciudad como la nuestra requiere de un servicio de transporte público para garantizar unos mínimos de desplazamiento a los usuarios, llegar con la COA a un entendimiento no debería ser una opción, sino algo indispensable.
Mientras tanto, desde la compañía se siguen quejando de problemas que la ciudadanía, por desgracia, ya tiene interiorizados como normales. Los taxis ‘pirata’, las trabas para circular por las zonas próximas a las fronteras y, sobre todo, la falta de seguridad que adolecen los conductores de estos autobuses.
Si un trabajador se siente desprotegido en su puesto de trabajo, lo normal es que reclame medidas para poder desempeñar sus funciones con tranquilidad. Lo que no es normal que los autobuses se lleguen a convertir en blanco para los alborotadores.
Mientras tanto, los que pierden más son los usuarios de la COA, que se ven obligados a buscar alternativas en lo que, para un grupo de melillenses, es su forma habitual de moverse por nuestra ciudad.