Piden 2 años para un acusado de malos tratos: la Policía halló a su mujer con sangre en la boca

  • El procesado y la víctima se acogieron al derecho a no declarar

  • La mujer confesó a los agentes que su marido solía pegarle

  • Los policías encontraron al encausado en la cama “como si no hubiera pasado nada”

La Fiscalía pide dos años de prisión para un acusado de un delito de violencia de género y otro de amenazas. También ha solicitado el dictado de una orden de alejamiento para que no pueda comunicarse ni acercarse a la víctima, su mujer, durante un periodo de cuatro años. El fiscal considera probado que el procesado propinó una paliza a su mujer en el interior del domicilio familiar, causando tal escándalo que alguien dio el aviso a la Policía para que interviniera ante este presunto episodio de malos tratos. De acuerdo con la acusación, el hombre amenazó a su mujer con matarla si algún día ella llegaba a denunciarlo y, en consecuencia, le retiraban a él el permiso de residencia.

Estos hechos supuestamente tuvieron lugar el pasado 30 de diciembre, en la intimidad de una vivienda que se sitúa en el barrio del Real de nuestra ciudad. El procesado compareció este jueves ante el juez del Juzgado de lo Penal número 1 de Melilla, pero en sala manifestó que se acogería a su derecho a no declarar.

La víctima, pese a estar representada por un letrado que ejercía de acusación particular, tampoco quiso testificar en contra de su marido. En este caso, pese a que su declaración sea clave para demostrar un presunto delito de malos tratos, la mujer está dispensada de declarar según lo dispuesto en el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que exime de la obligación de declarar a aquellos que tengan lazos familiares o sentimentales con la persona procesada.

Signos de maltrato

El testimonio prestado por dos agentes de la Policía Local fue esencial para que el fiscal mantuviera su petición de una sentencia condenatoria, a pesar de las negativas a declarar del acusado y la denunciante.

Según expuso el primer funcionario que pasó a la sala de vistas, él y otro compañero acudieron al domicilio del matrimonio tras recibir un aviso de posibles malos tratos. Al llamar al porterillo de la vivienda no obtuvieron respuesta, apuntó el agente, teniendo que ser otro vecino el que les abriera la puerta para acceder al portal.

“En las escaleras ya se escuchaba alboroto, se podían intuir forcejeos y gritos”, manifestó el testigo ante el juez. El jaleo terminó en el momento en que llamaron al timbre de la casa y se idenfiticaron como policías. “Tardaron cerca de tres o cuatro minutos en abrir la puerta”, señaló. Según recordó, la mujer fue la que les abrió. Tenía una herida en el labio. “Se encontraba muy nerviosa y estaba encorvada, como si hubiera recibido un golpe en el estómago”, expuso.

Aunque en un primer momento la víctima relató a los agentes que la herida de la boca se la había hecho días atrás, al final de la intervención confesó a los policías que su marido la había golpeado, aseguró el funcionario en el juicio.

Su compañero sostuvo que la mujer les dijo que su marido la maltrataba habitualmente y que la amenazaba con matarla para que ella no lo denunciase, para que él no perdiera la residencia.

El marido, “como si nada”

Los dos policías coincidieron al exponer que hallaron al marido y presunto maltratador tendido en la cama, “como si no hubiera pasado nada”. El hijo menor del matrimonio también se encontraba en la vivienda, aunque estaba dormido en el momento en el que llegaron los policías locales.

Para el fiscal, las declaraciones de los funcionarios demostraban que sí que tuvo lugar un episodio de maltrato, por el que reclama dos años de cárcel para el procesado.

La letrada de la defensa, sin embargo, solicitó el dictado de una sentencia absolutoria haciendo hincapié en que no había quedado suficientemente acreditada la relación de causalidad entre las presuntas lesiones y los hechos que realmente tuvieron lugar. Además, recordó que su cliente manifestó durante la fase de instrucción que jamás había puesto la mano encima a su mujer, aunque sí protagonizaron una discusión.

El juez tendrá que decidir.

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