Es imprescindible que los traslados a la península de solicitantes de asilo por motivos de orientación sexual sean prioritarios. Human Right Watch lo afirmó así ayer en referencia a las personas que se encuentran en esta situación en Ceuta y que están expuestos a hostigamiento y abusos. En Melilla, el responsable de Amlega, Rafael Robles, y el vocal de Comunicación de la Federación estatal LGTB (Lesbianas, gais, personas transgénero y bisexuales), Rubén López, coinciden en que la realidad es la misma. Robles explicó en declaraciones a El Faro que nuestra ciudad se convierte para estas personas en “una segunda cárcel”. Además, apuntó que corren el riesgo de que los que les amenazaron en su país de origen puedan atacarlos en nuestra ciudad.
Robles indicó que, en el caso de los inmigrantes homosexuales que piden asilo en nuestra ciudad, en su mayoría proceden de localidades marroquíes cercanas a Melilla. Señaló que los familiares y amigos de estas personas, de los que vienen huyendo porque los amenazan, entran a Melilla con facilidad y pueden atacarlos. Al margen de esto, apuntó que muchos de estos migrantes también son agredidos en las inmediaciones del CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes).
En este mismo sentido se pronunció Rubén López, que indicó que ellos abogan, además de por acelerar los traslados, por instaurar un modelo similar al que hay en Berlín o Amsterdam para que estos solicitantes de asilo tengan una residencia diferenciada del resto por sus circunstancias particulares. Actualmente, en el CETI son alojados en módulos independientes para evitar que puedan surgir conflictos en las instalaciones. Desde la Federación LGTB quieren ir un paso más allá.
El responsable de Amlega apunta que es complicado decir un número exacto de solicitantes de asilo por este motivo que hay en Melilla, pero dijo que se ha llegado a los 70 y que actualmente son varias decenas. Desde la entidad trabajan en colaboración con el CETI para intentar que estas personas tengan unas condiciones de vida lo mejores posibles mientras se encuentran en Melilla.
En el informe de Human Rights Watch, referente a Ceuta, las apreciaciones son prácticamente idénticas a las que se transmiten sobre Melilla desde Amlega. “Los solicitantes de asilo LGTB que huyeron de contextos de intimidación y hostigamiento homofóbico en su país de origen se enfrentan a abusos similares en Ceuta, tanto en el centro de inmigración como en las calles”, apunta Judith Sunderland, directora asociada para Europa y Asia Central de esta ONG. “España debería trasladar a estas personas a centros de acogida de la península, donde pueden obtener los servicios y la asistencia que por derecho le corresponde”, indicó.
La mayoría de los solicitantes de asilo que pertenecen al colectivo LGTB de nuestra ciudad son marroquíes, según apuntan desde Amlega, aunque también hay algunos casos de argelinos. Desde la asociación continúan trabajando en estos casos de cerca y buscando vías para que su estancia en nuestra ciudad no se alargue demasiado en el tiempo.
El análisis que Human Rights ha realizado en Ceuta recoge los testimonios de algunos solicitantes de asilo del colectivo LGTB. Uno de ellos es Francisco (seudónimo). Es un ciudadano marroquí de 30 años, que vive en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad caballa desde hace 14 meses. Según relata la ONG, el hombre contó que su familia lo echó cuando tenía 12 años debido a su sexualidad. Había sido violado por dos hombres en un basural cuando todavía era adolescente, y golpeado y detenido por la policía. Llegó a un punto límite cuando un primo, con quien Francisco había vivido después de que aquel regresara tras vivir algunos años en el extranjero, se puso en su contra tras enterarse de que era gay: “Me vine a Ceuta. No me quedaba más remedio que pedir asilo. Pero aquí está muy mal. Estoy desesperado. Ceuta me parece igual, como en Marruecos. Una vez estaba en la playa, un tío un poco mayor me ofreció un porrito. Dije que no. Él quería abusar de mí, pero yo no quería, y me tiró una piedra y me pegó un puñetazo. Fui a la policía. Al inicio no quisieron tomar la denuncia. No hicieron nada, lo veo siempre ahí…. En el CETI no hablo con nadie, evito los problemas. Si no, reviento. Sabes, echado de casa a los 12 años, todos los problemas”, relata él mismo.
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