Pequeños músicos con gran talento

Los alumnos de José Bou cuentan por qué decidieron comenzar sus estudios en el Conservatorio Profesional de Música de Melilla y las sensaciones que tuvieron cuando tocaron con la Camerata de Melilla.

Do, re, mi, fa, sol, la y si con formas de corcheas, semifusas y negras sobre una partitura suenan a chino si no se tiene idea de que componen una sinfonía o melodía armónica. Sin embargo, los doce chicos que El Faro conoció ayer son expertos en interpretar estas notas y hacer sonar un oboe con toda claridad y belleza sonora. Son muchas las personas que han tenido la oportunidad de estudiar Música en el colegio o instituto, pero no son demasiados los que optan por dedicar sus horas de ocio a estudiar composición o perfeccionar la interpretación de un instrumento.
Lo primero que hay que aclarar del grupo de músicos que dirige en las clases de oboe el profesor José Bou es que son niños y chicos normales. Ellos aseguraron a El Faro que odian cuando una persona les dice que para llevar los estudios del colegio o instituto a la vez que los del Conservatorio tienen que ser superdotados. Nada de eso, sólo que invierten el tiempo de ver televisión o de realizar otras actividades extraescolares en la música.
Muchos de sus amigos creen que están locos, porque para avanzar en los cursos del Conservatorio tienen que estudiar. Les aseguran en ocasiones que no podrían compatibilizar sus estudios con las clases del Conservatorio. “En el fondo piensan que somos guays y nos tienen envidia”, apuntó uno de ellos.

La historia de esta aula

José Bou es profesor de oboe e imparte clases individuales a todos los alumnos y de grupo para los que están en grado elemental. Los mayores, que están en grado profesional, sólo tienen una clase práctica a la semana de este instrumento, pero como el resto de sus compañeros, estudian más asignaturas en el Conservatorio, como las clases de banda, armonía o lenguaje musical.
Bou lleva diez años impartiendo clases en Melilla y el viernes 17 de febrero, para celebrar que se gradúan los primeros alumnos en el ciclo medio de oboe, formaron ‘Camerata Melillense’ y, junto con el cuarteto de cuerda del Conservatorio, ofrecieron un concierto muy hermoso en el Salón Dorado.
Para que esta iniciativa se llevara a cabo, este grupo contó con el apoyo de Amigos de la Música. Además, todos estos chicos y chicas tuvieron el detalle de regalarle a Bou antes de empezar el concierto una nueva batuta para que pudiera dirigirles en esta aventura de tocar en directo.  
Otra de las características de esta clase de oboe es que hay cuatro parejas de hermanos estudiando el mismo instrumento. No es cuestión de envidia por parte de los pequeños, sino que al ver a sus hermanos mayores tocar un instrumento nada común y que suena bien se decidieron por éste.
“Tiene mucho mérito que vengan al Conservatorio, porque tienen una carga lectiva bastante fuerte en el colegio y en el instituto. Es muy elogiable el esfuerzo que realizan, sobre todo, los alumnos de grado profesional, pues suele coincidir con los últimos años de ESO y Bachillerato”, destacó Bou.
En su clase hay siete alumnos que están en grado profesional y cuatro de ellos finalizan este ciclo medio de música este año. Melilla no cuenta con el grado superior así que tendrán que esperar a finalizar sus estudios de educación formal para continuar, si lo desean, con su carrera de música.

Los grandes talentos

También comentó Bou que al principio fue la clase de oboe la que acogía a  todos los alumnos que no tenían plaza en otros instrumentos, pero que actualmente está completo el número máximo de estudiantes que pueden recibir estas clases, es decir, 16 en total.
Iman Hamed de diez años fue la primera romper el hielo y contó a El Faro cómo entró en el Conservatorio. Lleva tres años estudiando en este centro, aunque reconoció que hasta entonces no sabía qué era un conservatorio. Fue su profesora la que la animó a inscribirse y luego la eligieron para trombón, pero como no le gustó se pasó a oboe. “Me pareció un instrumento bonito. Entré en clase y conocí a José, que es un magnífico profesor. En serio, -indicó- aunque yo algunas veces tiro para adelante y otras voy para atrás con los estudios”, apuntó.
Esta músico, nada tímida, no tiene oboe propio, pues al tratarse de un instrumento muy caro, el Conservatorio se los presta hasta que llegan a nivel profesional, por si deciden dejar sus estudios.
A Iman lo que más le gusta son las clases individuales y colectivas de oboe y cuando les invitan a cenar después de tocar en un concierto.
Con sus compañeros del Conservatorio se lleva muy bien y aunque destacó que tiene muchos deberes del colegio, saca tiempo para practicar.
En el mismo curso está Juan Manuel Vizcaíno, que comenzó sus estudios en percusión, pero escuchando a su hermana Laura se dio cuenta de le gustaba más el oboe. Todavía no tiene muchos problemas para compaginar las clases del colegio con las del Conservatorio y aunque sabe que cuando sea mayor será un poco más complicado, se quedará en la clase de oboe.
Los compañeros de Juan Manuel le dicen ‘lo chulo’ que es el instrumento que toca, aunque otros no tienen ni idea de lo que es un oboe.

Los aprendices

A Elisa García, la tímida de la clase, fue su madre la que la apuntó hace tres años y es que en su familia ya había varios componentes practicando música.
Alejandro Pascual es pequeño de la clase y asegura que el Conservatorio “está guay”. Es su primer año y como veía a su hermana Raquel tocar este instrumento, también se animó a apuntarse. Aunque él optó por flauta, no había plazas y le metieron en la clase de Bou, pero se quedará en este aula.
Con diez años, Mónica Barceló realiza su segundo curso en el Conservatorio y comentó que cuando veía este instrumento en sus libros de música le atraía mucho, por eso eligió la clase de oboe. Lo que más le gusta es entrar en esta aula para probar melodías y destacó entre sus favoritas ‘El lago de los cisnes’ y ‘La sinfonía de nuevo mundo’. Su intención es continuar con estos estudios en el futuro e incluso, llegar a ser profesora de oboe o música.
“A mi colegio vino una profesora y nos dio un papel por si nos queríamos apuntar al Conservatorio”, indicó Alejandra Santa Pau. Así, les pidió a sus padres que la inscribieran. A ellos no les sonaba raro, pues su hermana Loreto ya había estudiado música. Alejandra comenzó en violín, pero no le gustaba y ahora le resulta más fácil el oboe.
En 2007 decidió entrar en este centro Raquel Pascual porque su amiga Laura le hablaba mucho del oboe y una vez la escuchó tocar en su casa y probó ella para ver cómo sonaba y decidió apuntarse a esta clase. A ella lo que más le gusta es la Banda. “Es divertido, conoces a gente y te lo pasas bien”, fueron sus razones para explicar por qué mejor el Conservatorio que las clases extraescolares de Inglés.
Raquel recordó que minutos antes de salir al escenario en el concierto que ofreció la Camerata Melillense sentía muchos nervios, pero que pasaron pronto, en realidad, nada más empezar a tocar.
Laura Vizcaíno estuvo de pequeña en la Escuela de Música y allí tocaba la flauta, pero a través de su amiga Patricia conoció el oboe en un concierto en su colegio y como le gustó mucho este instrumento, se decidió por esta clase al entrar en el Conservatorio. Lo que más le gusta es la Banda y las audiciones. Aseguró que le gusta tocar en grupo porque no está tan nerviosa y si te equivocas, no se nota. Con trece años está en segundo curso de profesional y como en casa su hermano y él tocan el mismo instrumento, alguna vez que otra hay peleas por ver quién toca primero.
Alejandra Alonso tiene 16 años y está en el cuarto año de grado profesional de oboe. Al principio, cuando estaba en la Escuela de Música tocaba el saxofón. Al entrar en el Conservatorio, no había plazas para este instrumento y acabó en la clase de José Bou, aunque no lo quiso dejar después.
Todavía no lo tiene seguro, pero Alejandra tiene entre sus opciones de futuro continuar con el grado superior de música para ser profesora de esta rama artística e incluso directora de orquesta.

‘Los maestros’

Pablo y Marina Guirval son mellizos y sí que han notado el cambio en sus estudios cuando este año comenzaron Bachillerato. Aprovechan cualquier momento para prepararse las clases del instituto, por ejemplo, en la biblioteca del centro y durante los fines de semana,  practicar con el oboe.
Cuando eran pequeños, su madre les propuso inscribirlos en el Conservatorio y como no conocían muchos instrumentos optaron por la guitarra. Sin embargo, no quedaban plazas y se apuntaron a oboe, ya que su madre les indicó que era algo inusual, pero muy bonito. Y acabó siendo su favorito.
Pablo Guirval comentó que no está seguro de si continuará sus estudios de música, pues quizás se decida por una Ingeniería o Arquitectura. Su hermana Marina sí que tiene claro que desea continuar con sus estudios superiores.
Son muchas las posiciones que hay que aprender y sí que es algo complicado tocar el oboe, según indicó Marina Guirval, incluso hay que controlar la respiración, apuntó. Lo que más le gusta, los conciertos.
El hermano de Rubén Martínez ya estaba en el Conservatorio cuando su madre decidió que entrar en este centro, y aunque al principio pensaba sólo en jugar, con el paso del tiempo sí que le ha llegado a gustar el oboe. No sabe qué hará en el futuro con su carrera de música, y en cuanto al concierto, aseguró que no estaba nervioso porque no tocaba solo.

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