José Rivero (Pepe Rivero, Melila, 1961) tuvo una infancia “fenomenal”. Empezó en el colegio Ani, en el callejón Pepe Matías, y luego se trasladó al colegio España, pero su padre, que era funcionario de Correos, no quiso que estudiara allí, “porque decían que era muy burro”, y se lo llevaron a La Normal, ubicado donde hoy día se encuentra el Campus de la Universidad de granada (UGR).
A pesar de los tiempos que corrían, estaban juntos niños y niñas, y él asegura que era “un ligón”. Allí formó parte de un grupo llamado Ith Moraima, fundado por su amigo Francisco y en el que también estaban Mimón y Nayit. Gracias a que Francisco “era un pedazo de cantaor”, cuenta que comenzaron a actuar en el colegio del Buen Consejo. Él era vocalista y a veces tocaba los timbales o similar.
De hecho, dice que a él le llamaban más el rock y otros tipos de música más moderna, por lo que dejó ese grupo y se unió a otro llamado Amanecer, que más tarde cambió de nombre a Nuevo Amanecer y posteriormente adquirió otros tantos. Allí tocaba con Armando –hoy en día vigilante de seguridad- o con Coto, quien tocaba el bajo. Tenía 13, 14 ó 15 años en aquella época.
Igual que dijo en un artículo para El Faro Feliciano Palomo, también Pepe Rivero jugó mucho de pequeño en el parque Lobera, que está en su barrio de siempre. En este punto, explica que él del barrio del Carmen y Feliciano Palomo, de Ataque Seco, y aprovecha para matizar, para quien no lo tenga claro, que la separación entre ambos la fija la calle Castellón de la Plana. Arriba de ella, Ataque Seco. Abajo, el barrio del Carmen.
También solía participar en los bailes que se organizaban en la Bandera de Marruecos, algo que ya sólo recuerda la gente de su edad. Estaba muy próxima al parque Hernández, saliendo por la puerta más próxima a la Plaza de España, y, en esencia, era una pista de baloncesto donde se organizaban bailes.
Como Feliciano Palomo, Pepe Rivero jugaba en el parque Lobera. Su amigo Ramón Antón, entonces inspector de Policía y posteriormente consejero de Seguridad Ciudadana, lo cogió de las orejas “más de 40 veces” porque lo pillaba fumando, y lo llevaba hasta su padre, que le “pegaba cada zurra que no veas, no como ahora, que los niños hacen lo que les da la gana”.
Asegura Pepe Rivero que Feliciano Palomo es su amigo. Han tenido alguna discusión, como pasa con cualquier amigo. La última la zanjaron con un pico en el Centro Hijos de Melilla. No en vano, han ido juntos al colegio toda la vida. Según recuerda, él se lo llevaba a él y a su hermano mayor a La Normal, y, cuando cruzaban el Río de Oro –que aún tenía agua-, se compraban un paquete de Goleta, que costaba cuatro pesetas, para fumar. Se bañaban en el río, en la poca de la abuela, y allí mismo tendían la ropa mojada. Iban poco al colegio, porque la mayoría de las veces estaban en el río, o eso cuenta.
En el río, no solamente se bañaba, sino que bebía agua de un manantial. Para llegar al río, tenía que saltar por donde se encontraba la antigua casa Philips y luego pasar por los limoneros. Unos cuantos ha robado en su vida. Después del río, casi nunca llegaba de vuelta a La Normal. “Y ellos tampoco”, apunta.
Pepe Rivero está de acuerdo con el presidente del Centro Hijos de Melilla en que la Melilla antigua poseía un encanto que no tiene la de ahora: las puertas abiertas –o, a veces, ni puertas, sólo una cortinilla- y todo el mundo ayudándose, algo que él ya no ve. “Cada vez va a peor. Antes la gente era más honrada y más legal que ahora”, afirma.
Este pintor ha montado en bicicleta junto a gente que trabaja de oficial o de conserje en el Ayuntamiento, donde dice tener muchas amistades. También estuvo afiliado al Partido Popular (PP) muchos años siendo mayor. Habla maravillas de Pilar León, a quien quiere mucho “porque es una mujer que cumple lo que dice, no como otra gente que hay ahí”. Al respecto, Pepe Rivero recuerda que, si no figuró en las listas electorales del partido, fue porque a ciertas personas no les gustaba su forma de ser, o les resultaba incómodo, o lo que fuera. Sin embargo, reivindica que ha colaborado con ellos muchas veces.
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