Pepe Bernabé no sólo es una gran persona que lucha como un jabato para sacar adelante a su familia sino también el restaurador de una de las instituciones más antiguas de la ciudad, la Peña Colón. Institución que necesitaba y mucho de personas de la probidad de Pepe. No ha llegado por casualidad al ambigú de la Peña; no, no, ha llegado por su trabajo y por una apuesta personal, no exenta de buena voluntad y demostrada generosidad del presidente de la casa, don Rafael Ballesteros.
El señor Bernabé abre a las ocho de la mañana de todos los días de la semana y allí permanece con la sonrisa siempre presidiendo la comisura de sus labios. Muy a primera hora las mujeres montan una animosa tertulia mientras se desayunan tranquilamente sabiendo que Pepe Bernabé les atiende con plenas garantías. Su propia esposa es beneficiaria de las atenciones de Pepe, así como doña Maribel, presidenta consorte, la mujer de Rafael.
Ballesteros asumió la presidencia de la Peña Colón en tiempos ciertamente difíciles, con muchos agujeros que tapar y mucha dignidad asociacionista acaso perdida en el pasado, objetivos que se van cumpliendo por muchas razones, una de las cuales es la presencia en los fogones de Pepe Bernabé, padre de siete hijos y abuelo por primera vez.
Cuando don Rafael apuesta por el trabajo de un ser humano, lo hace con decisión y, lo que es más importante, seguro de un resultado eficaz. El presidente sabía la necesidad de Pepe para mantener a tan ingente núcleo familiar, ya lo había visto trabajar como un león más de 12 horas al día y no se lo pensó dos veces: Le encomendó la responsabilidad hostelera de la Peña Colón.
Soplan buenos vientos para la institución de Batería Jota. Colón está siendo bien reflotada con el apoyo de otro club, Divina Providencia, club con el que se ha conseguido una perfecta simbiosis, de manera que el fenómeno asociativo se convierte en intercambio de apoyos e iniciativas. Y el bueno de Bernabé, siempre pendiente de que todo salga bien en lo gastronómico y en lo hospitalario.
A los patriarcas que se dejan la piel para sacar adelante a los suyos habría que hacerles un monumento porque, tal y como están los tiempos, con nefastas economías en medio mundo, que un hombre como Pepe, con esa parentela, haga posible que los suyos coman y duerman tiene mérito, vaya que si tiene. Dios o quien sea no puede consentir que estos seres humanos padezcan porque merecen todo lo contrario.
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