Parece ser que Coalición por Melilla está dispuesta una vez más a seguir hasta el final con su empeño en cuestionar los resultados electorales.
Enrocada en que se ha cometido un pucherazo, dispuesta a solicitar una investigación sobre el voto por correo en estos últimos comicios, aun cuando es Aberchán y otros dirigentes de CpM y PSOE los únicos imputados hasta ahora formalmente por un presunto fraude del voto postal en las Generales de 2008, los cepemistas ya han empezado a dar los primeros pasos para poner en solfa el voto de los melillenses el pasado 22 de mayo.
En 2007 ya hicieron otro tanto de lo mismo y sólo consiguieron retrasar un mes la constitución de la nueva Asamblea. Ahora dicen que tienen pruebas ‘fehacientes’ para demostrar que el PP ha comprado entre 1.880 y 2.200 votos en las pasadas elecciones, sin que logre explicarse por qué señalan esa horquilla numérica y no otra con tanta precisión.
Frente a ello, mal que les pese, lo que sí consta son las denuncias policiales contra miembros de CpM por acumular papeletas y dinero durante la jornada electoral, por enviar mensajes de teléfono a los electores para que votaran a Coalición por Melilla el mismo día de las elecciones, o por intentos de compra de votos como el denunciado por Luisa Al-lal.
CpM ha sacado casi los mismos votos que en 2003, cuando logró vencer su techo electoral y crecer entre los electores no musulmanes. Ahora ha ganado más de 1.000 votos respecto de los que logró en 2.007 y ha aumentado en un escaño su representación en la Asamblea de Melilla. Aún así no se conforma y anuncia hasta movilizaciones, en coordinación con la Comisión Islámica de Melilla, para protestar contra el “pucherazo electoral” en lo que llama los comicios “más prostituidos” de toda la historia de la actual etapa democrática en Melilla.
Lo hemos dicho hasta la saciedad y lo repetimos: No se pueden confundir posibles hechos denunciables ante la jurisdicción pertinente con una causa general que logre anular las elecciones en nuestra ciudad.
Con independencia de que fuera cierto que CpM contara con pruebas fehacientes de intentos de compra de votos por parte del Partido Popular, nada variaría respecto del resultado electoral si esos hechos no son determinantes para anular las elecciones.
Es más, qué piensa Coalición por Melilla y Aberchán que podrían conseguir si los comicios llegaran a repetirse. Lejos de pecar de aventurarme en exceso, si llegáramos a tal extremo está claro que el electorado castigaría a quienes han obligado a reiterar unos comicios en el que el partido ganador aventaja en más de 4.600 votos a la suma en conjunto de los sufragios obtenidos por el resto de candidaturas que igualmente lograron representación en la Asamblea de Melilla el pasado 22 de Mayo.
Tras las elecciones, algunos, como los socialistas, se han quedado en estado de shock. Otros, como los de CpM, no admiten los resultados y los del PPL siguen debatiéndose sobre su futuro, como han venido haciendo desde que Ignacio Velázquez quedara inhabilitado para ser cabeza de lista electoral de su mismo y nuevo partido.
El Partido Popular ha sido un ganador claro, por goleada. Ya no hay espacio para las reacciones antidemocráticas de las que hace gala a diario el presidente de Coalición por Melilla.
Aberchán se niega a admitir que la apuesta por el ‘bloque anti PP’ ha sido tan perniciosa como fulminante para la oposición, mientras que el PP ha seguido creciendo en apoyos entre los feudos electorales históricos de los cepemistas y también en número total de votos.
Es hora de cambiar el chip. No podemos volver a 2007, como si estos cuatro años no hubieran trascurrido y sólo hubiera cambiado la composición de una oposición, ahora más dividida y sujeta a mayores incertidumbres, más allá del crecimiento experimentado por Coalición por Melilla.
Los melillenses nos merecemos un poco de sosiego y calma en nuestros escenarios públicos. Es hora de abogar por otras cuestiones, por tomar la palabra al PP en sus compromisos para hacer una ciudad más justa y solidaria.
Es hora también de empezar a enterrar de una vez los enfrentamientos personales que tanto socavan las relaciones políticas locales.
Retrasar un mes una vez más la constitución de nuestra nueva Asamblea, tal cual sucedió ya en 2007, sin mayor resultado que el de enconar aún más el ámbito político de la ciudad, es una perdida estéril de tiempo que no favorece absolutamente a nadie.
Aberchán debe entrar en razón y la línea más moderada de su partido imponerse frente a esta deriva febril que sólo promete perjudicar a los intereses de una ciudad que, por su especial coyuntura, requiere en mayor medida de paz y estabilidad política.
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