Uno más uno casi siempre es dos. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, denunció este lunes que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue espiado con el software israelí Pegasus en mayo de 2021, coincidiendo con el conato de Marcha Verde marroquí sobre Ceuta. Más tarde, en medio del juicio del procés, la espiada fue la ministra de Defensa, Margarita Robles, aunque a ella le quitaron menos información que al presidente.
Al ex diplomático Inocencio Arias no le caben dudas de que ha sido Marruecos quien espió a Sánchez. Así lo ha dicho este lunes en una tertulia en la COPE, donde ha razonado que si Rabat espió a Macron y a los argelinos, por qué no iba a espiar también al presidente español, con quien, por cierto, se enfrentaba en una crisis bilateral a cara de perro.
Una noticia como el espionaje a Sánchez, en mayo de 2021, se conoce un año después. No sabemos desde cuándo el Gobierno es consciente de la intrusión en los teléfonos del presidente y de la ministra de Defensa y tampoco sabemos a quién pretenden sentar en el banquillo de la Audiencia Nacional.
El caso es que se ha anunciado con solemnidad el mismo día en que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, premia a la Guardia Civil y a la Policía Nacional de Melilla y Ceuta por su trabajo en la valla.
Como estrategia de comunicación está muy bien pensada: por un lado revienta el acto del 2 de mayo de Ayuso y Feijóo; por otro manda un mensaje a los independentistas catalanes para que no sigan pidiendo la cabeza de la ministra Robles porque es una víctima más y, por último, también le envía un mensaje con dedo inquisidor a Marruecos un par de días después de que el diario El País publicara que hay diferencias en la apertura de las fronteras de Melilla y Ceuta porque Rabat no cede con las aduanas comerciales y el paso de transfronterizos.
Claro, es muy difícil ver desde Madrid que estamos ante un problema con cuatro aristas y que la noticia pretende apaciguar los ánimos de tres y tocar las narices al cuarto (Díaz Ayuso).
Puede que este análisis no se vea tan claro en Madrid porque en la capital están casi siempre mirándose el ombligo. El caso es que hay detalles que no me cuadran: ¿estaba el teléfono de Pedro Sánchez en la lista de Forbidden Stories, el consorcio de periodistas que junto a Amnistía Internacional publicó en junio de 2021 una lista de 50.000 teléfonos infectados por Pegasus, entre los que se encontraban el del presidente de Francia Emmanuel Macron y el rey Mohamed VI?
Repasando la hemeroteca, podemos comprobar que unos días después del espionaje a Robles, Marruecos e Israel firmaron un acuerdo de colaboración en materia de ciberseguridad que contemplaba profundizar en el intercambio de información y conocimientos, según recogió el 16 de julio de 2021 Atalayar, un sitio web especializado en noticias y análisis en español sobre Marruecos.
Las reacciones a la intromisión en el teléfono del presidente han salido desde todos los rincones políticos. Guillermo Fernández Vara, jefe del Ejecutivo en Extremadura, ha dicho que en este caso cabría esperarse una respuesta unánime de todos los partidos en contra de quien haya orquestado el ataque al móvil del presidente que, según hemos leído, se trata de un software que activa el micro y la cámara a distancia.
Cualquiera de nosotros, incluso el sin-sal más común y corriente que habite entre los mortales, odia que le hurguen en el teléfono. Pues imagínense esa intrusión en el móvil del presidente de un país.
Si lo han hecho con Sánchez, qué no harán con personajes públicos o anónimos, de esos que pinchan en cuanto enlace les envían a ver qué tontería les han mandado.
Ahora toca preguntarse, qué va a pasar si finalmente se comprueba que fue Marruecos. En Francia la Fiscalía abrió una investigación por una decena de cargos, relacionados con la intromisión en la intimidad o la revelación de secretos, pero no dio pistas sobre cómo identificar a los responsables.
Teniendo en cuenta que Mohamed VI está entre las víctimas del espionaje de Pegasus, nos faltan datos para entender cómo puede afectar esto a las recién reconstruidas relaciones bilaterales entre España y Marruecos.
Tenemos más preguntas que respuestas. ¿Si Marruecos tiene todas las papeletas de haber espiado a Sánchez por qué se hace público ahora, cuando no ha pasado ni siquiera un mes de haber alcanzado el acuerdo de 16 puntos con Mohamed VI?
Se me ocurre pensar que puede servir para presionar o para dinamitar lo construido. Nos faltan datos para discernir. Me atrevo a decir que la vía de la explosión controlada y la marcha atrás de Sánchez tienen sentido en el contexto actual. Con el precio del petróleo por las nubes y Argelia amenazando con romper el contrato de gas con nuestro país, igual ha pensado que metió la pata y da marcha atrás. Sería una locura, pero los ciudadanos nos estamos acostumbrando cada vez más a que quienes nos representan cometan locuras.
Si eso llegara a pasar, se llevan por delante a Melilla y Ceuta. Nuestra situación es límite o nos llega oxígeno por algún lado o nos lleva quien nos trajo.
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