No hemos hecho todavía la digestión de la noche electoral y nos encontramos, de sorpresa, con el acuerdo alcanzado entre PSOE y Podemos para gobernar en coalición durante la próxima legislatura y, por tanto, con Pablo Iglesias de vicepresidente. Después de todo lo que se han dicho, tanto en el mes de julio como en el de septiembre ambos partidos y ambos líderes, el presidente del Gobierno llegó a decir que no dormiría tranquilo si tenía a Iglesias de vicepresidente, resulta que ahora todo se ha olvidado.
Para llegar a este acuerdo nada más salir de las elecciones no hubiera hecho falta obligar a los españoles a votar nuevamente y tener al país durante varios meses más con un gobierno en funciones. Porque entiendo que si Sánchez no podía dormir si tenía a Iglesias de vicepresidente y si la situación en Cataluña no ha cambiado (la posición de los dos partidos tampoco) y no se podía tener un Gobierno donde la mitad hablaba de aplicar la ley y no al dialogo fuera de la Constitución y la otra mitad hablaba de presos políticos, alguien nos debería explicar lo que considero una tomadura de pelo a todos los españoles, incluidos los votantes de una y de otra formación política.
Al final el escenario es el mismo: la suma de los votos de ambos partidos políticos, la ayuda del PNV y de las formaciones regionalistas y la abstención de un partido independentista como es ERC. Rufián ya dijo en el mes de julio que si PSOE y Podemos llegaban a un acuerdo tenían garantizada su abstención. Y aquí las abstenciones no son gratis en el fondo. No olvidemos que la otra alternativa que manejaba el PSOE para no depender de los independentistas era que los diez diputados del Ciudadanos se sumaran al proyecto o que se abstuvieran, pero Inés Arrimadas ya ha salido diciendo que rectifique y se una con Ciudadanos y el Partido Popular.
Aparte de la mencionada tomadura de pelo nos encontramos con una situación, salida de las elecciones, donde Sánchez no hubiera tenido ningún problema en contar con el apoyo de los diputados de Podemos y hacer un gobierno monocolor del PSOE, porque el partido de Pablo Iglesias no habría querido asumir su cuota de bloqueo institucional. No hubiera dado problemas a Sánchez, pero ahora resulta que ya no quiere el gobierno monocolor cuando lo tenía que ni pintiparado para su intención de ejecutivo sólo del PSOE.
Pero también estoy en desacuerdo con esta posibilidad porque para la crisis que se nos avecina no entiendo que una entrada de Podemos en el poder sea lo más recomendable. Las experiencias del PSOE ante las crisis económicas ya sabemos como terminan porque, hasta ahora, nunca han sabido sacar al país de las mismas, sino que lo han introducido aún más en el boquete. Y con una mochila en la espalda, con todo lo que significa Podemos a la hora de tomar medidas para luchar contra la crisis, no creo que fuera el socio más adecuado.
En definitiva, entiendo perfectamente que Pedro Sánchez sea el llamado a presidir el Gobierno porque es el vencedor de las elecciones y el siguiente partido se encuentra a más de treinta escaños de diferencia, pero entiendo también que se ha equivocado con el socio que se ha buscado dandole entrada en el gobierno.
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