Sociedad

El paso del Nazareno y la Virgen de los Dolores inundan de seriedad a Melilla

  • La Cofradía del Nazareno realizó ayer su salida desde la Plaza de Toros. Las maniobras de los cargadores de la de las Lágrimas entusiasmaron al público. El vicario episcopal estableció similitudes entre las imágenes y la sociedad actual

En el ecuador de la Semana Santa, Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen María Santísima de los Dolores protagonizaron una magnífica estación de penitencia que inundó de seriedad a Melilla. La buena temperatura regaló una salida triunfal a estas imágenes en la Plaza de Toros de la que centenares de melillenses fueron testigos.

Poco antes de las 20:30 horas los hombres de trono se colocaron  bajo los varales para realizar con esfuerzo titánico uno de los actos de penitencia más esperados de la Semana Santa de Melilla. Minutos después se abrieron las puertas de la Mezquita del Toreo. La luz del atardecer bañó a nazarenos e imágenes a su paso por la plaza Velázquez.

El cortejo lo abrió la cruz guía de la agrupación flanqueada por dos faroles. El Cristo afianzó el buen andar de los pasos de la mano de la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno. El ‘Abuelo’, como se le conoce popularmente, llevaba una túnica en tono burdeos con bordados en color oro. La suave brisa la hacía bailar de un lado a otro, al igual que su larga melena ondulada de pelo natural. Sobre su hombro izquierdo descansaba una cruz de madera y pan de oro, restaurada por el maestro Picó. Fue dirigió por el capataz Antonio Zapata y el contraguía Fernando Ramos.

Llegada a la avenida

El trono, exornado con un monte de claveles rojos y otros motivos florales, se dirigió a las 22:00 horas hacia el público que abarrotó las tribunas en la avenida Juan Carlos I.

La Virgen María Santísima de los Dolores fue recibida en este enclave con aplausos. Con un manto negro sobre dorado, una saya color salmón y un rostrillo de encaje blanco salió en procesión el paso de palio de la Cofradía del Nazareno. A los pies de la Virgen había un manto de claveles y rosas blancas.

En la propia avenida, a la orden del capataz Víctor Ramos y del contraguía Fernando Madruga, la Virgen sorprendió con una chicotá (largas caminatas sin pausa que dan los costaleros).

Parada en la tribuna

Las imágenes realizaron una parada en la tribuna principal de la Avenida. Allí, el vicario episcopal, Roberto Rojo, rezó un Padre Nuestro. Además, destacó las similitudes que existen entre el Cristo y la Virgen con la sociedad actual. “Cuántas cruces tienen que soportar los ciudadanos por el paro y la falta de recursos a final de mes”, dijo. A la de las Lágrimas se dirigió preguntando “cuántas madres sufren hoy en día con sus hijos porque éstos no encuentran un empleo, ni siquiera un primer trabajo”. “Cuántas lágrimas en silencio”, reflexionó. “Esas madres esperan en silencio para que llegue el momento de gloria”, continuó.

Antes de que la procesión continuara, Isabel Navarrete dedicó a las imágenes una saeta por seguiriyas y martinetes. Posterioremente, el cortejo se dirigió a la Plaza Héroes de España para recogerse sobre 1:30 horas en la Plaza de Toros.

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