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Una Pascua atípica y austera por el coronavirus y el cierre de la frontera

Este viernes la comunidad musulmana de la ciudad celebra el Aid el Kebir, la Pascua Grande para que este año viene marcada por la crisis sanitaria, y con ella el cierre de la frontera. Uno de los lugares que suele estar a plena ebullición cuando se aproximan estas fiestas en Melilla es el Barrio del Rastro, que a pesar de no estar atestado de personas como viene a ser habitual, también contaba con muchos vecinos que se acercaban a las tiendas de la calle o a los puestos del Mercado Central. El Faro ha paseado por estas calles y puestos para hablar con los vecinos y conocer si ya están preparados para la celebración.

Carbón, anafres, parrillas y pinchos son algunos de los utensilios que no deben faltar en casa tras haber hecho el Sacrificio del borrego para poder asar la carne. Y eso es lo que mucha gente viene a buscar al puesto de Ismael a media mañana de este jueves. Se encuentra en una esquina de la céntrica plaza de abastos y, como la mayoría de los tenderos este día, apenas tiene tiempo para cruzar unas palabras que no tengan que ver con la mercancía que está vendiendo.

Cuenta que esta época es muy fuerte para hacer el agosto porque "después pega un bajón del 70%", por ello, lo que le queda es "aguantar el tirón".  Pero reconoce que este año debido a la crisis ha bajado bastante la afluencia de clientes. "Antes el mercado se llenaba, compraban fruta, verdura y de todo; ahora esto es una tristeza", lamenta. Porque la gente ya tiene más temor a la enfermedad que trae el virus y ya no celebra tanto ni va a ver a la familia por respeto porque hay mucha gente mayor, explica.

Pasamos al piso de arriba, y damos con una carnicería en la que está Mimon, que cuenta que la gente suele acudir para llevarse pinchitos de ternera, pollo y cordero, sobre todo de este último tipo, porque es lo que manda la tradición en esta Pascua. También se llevan carne para guisar, pero lo habitual, nos cuenta este carnicero es llevarse los pinchitos, que es lo que van a hacer aquellas familias que compran el cordero  para sacrificarlo en sus casas.

"Nosotros somos musulmanes, tenemos que hacer un sacrificio que se celebra casa con la familia, es una fiesta religiosa; entonces nos juntamos toda la familia, sacrificamos, el cordero y a celebrar la fiesta", explica Nayim. Le encontramos en el Mercado Central donde ha ido a comprar un ingrediente muy importante que le faltaba para el aderezo del los pinchos, el perejil. Todo lo demás lo tienen comprado y preparado para celebrar la fiesta.

Al igual que Nayim, en la casa de Aisha también se ha comprado una cabeza de ganado para ofrecerla este viernes del Aid el Adha en Sacrificio en el matadero. Después también celebrarán la fiesta juntos en familia.

Sin embargo, no todo el mundo comprará cordero, aunque sí que celebrarán la fiesta como puedan. Es el caso de Malika a quien encontramos por la calle. Su compra de última hora es la carne para los pinchos porque a su hijo  no le gusta el cordero y ella no puede tomarlo debido a que está un poco enferma.

Un Aid sin toda la familia

El cierre de la frontera por la crisis sanitaria también impide que este año muchas familias puedan reunirse. A Malika le ocurre eso, va a celebrar la Pascua con su hijo pequeño y su familia en casa de sus padres en Melilla, pero su marido se encuentra en Marruecos en casa de su hermana. Por el momento no se sabe nada de la frontera y lo que queda es vivir el momento, y este año deja un Aid el Kebir atípico en el que todos desean que todo esto pase ya y se normalice.

El caso de Brahim es parecido, se encuentra en la ciudad por trabajo y vive solo. Su familia se encuentra al otro lado de la frontera, por lo que no le queda más remedio que celebrar la Pascua Grande con sus compañeros de trabajo.

Como otras celebraciones religiosas la fiesta de la Pascua Grande queda marcada este año por la pandemia, por lo que se ha visto a menos gente de la habitual en las calles y tiendas. Y además, es algo que también se va a notar en las casas.

Este jueves hub afluencia de personas porque todos iban a buscar ese detalle que faltaba a última hora pero se nota el paso de la crisis sanitaria en el mercado y en las tiendas. Uno de los tenderos explicaba que otros años no se podía pasar por los pasillos y que esta vez se nota el paso de la pandemia. Además, la mascarilla obligatoria, debe ir cubriendo los rostros todos.

"Este año va a ser un poquito más triste, porque entre el coronavirus y la situación económica en la que estamos, pues la verdad, es una situación un poquito complicada. Pero dentro de lo que cabe, gracias a Dios, estamos vivos, estamos sin virus, y yo creo que lo vamos a celebrar bien", expresaba Nayim.

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