Manolo Caro protagoniza ‘Historia de un cuadro’, la obra que trae a Melilla la vida ‘inventada’ de El Greco.
Su cara nos suena. Le hemos visto en muchas series de televisión y en películas aunque no siempre interpretando a un personaje principal. Estuvo en ‘Los Serrano’, ‘Sin tetas no hay paraíso’, ‘El comisario’ y ‘El Príncipe’. Manolo Caro también es reconocible en los personajes que le llevaron al cine en películas como ‘El Bola’ o ‘Camarón’. En más de una ocasión le ha tocado hacer de tipos duros, pero eso siempre ha sido un reto “emocionante” al que enfrentarse. Caro llega hoy a Melilla de la mano de ‘Historia de un cuadro’, una obra de teatro que utiliza como excusa a El Greco para hablar del valor que tiene el arte y la cultura. Es una historia de ficción que permite a los melillenses conocer el mundo del arte y a El Greco, pues este año se cumple el IV Centenario de su muerte.
–¿Es cierto que El Greco vino a España porque un cuadro de un desnudo creó un gran revuelo en Italia?
–Alfonso Zurro, que es el director y escritor del texto, se ha documentado muy bien sobre la vida de El Greco. La historia de esta obra de teatro está inspirada en datos reales, pero no en hechos. Es una ficción, pero está salpicada de mucha información que es real. Yo siento que podría haber sido verdad. Es muy verosímil y creíble.
–En esta obra los actores hacen un tremendo esfuerzo. Interpretan cada uno de ustedes a tres personajes. ¿No es un poco locura hacer tres papeles en pocos minutos?
–Lo primero es que es muy divertido lo de hacer tantas transformaciones. Con los periodos de ensayo ya coges la dinámica para saber cómo cambiarte y conocer más a estos personajes. Vas poco a poco configurando cada papel. El tema de cambarse de ropa o de peinado lo hacemos nosotros ya de forma mecánica. No hay técnicos para eso. Al principio dio vértigo, pero luego es muy divertido. Además, nosotros no engañamos al público. Mostramos las cartas desde el principio. Cuando comienza la obra salimos para presentarnos ante los espectadores y les decimos que vamos a hacer tres papeles cada uno. Es un juego teatral y se rompe la cuarta pared con el público desde el inicio.
–¿Vamos a conocer aún más a El Greco a través de esta obra?
–Verá sobre El Greco hay pocos datos biográficos que se conozcan. En la obra se dan a conocer algunos de ellos, así como sus pinturas y su relación con el mundo del arte. Pero el discurso no va tanto sobre el pintor en sí, como sobre una reflexión del mundo de la cultura. No vamos a descubrir grandes secretos de El Greco, pues el protagonistas es el cuadro. Analizamos cómo pasa de mano en mano una obra y cómo durante un tiempo está censurada y luego tiene un gran valor. De todas formas, es una reflexión teatral sobre la cultura en el que hay escenas tragicómicas. No se trata de hacer literatura, pues es una obra para todos los públicos. Es entretenida y además hace reflexionar y tomar conciencia sobre el acto creativo. Otra de las ideas de la obra es que las personas mueren, pero no así el legado cultural que dejan.
–De forma que hablan sobre el valor que se le da a la cultura ahora que el mundo del arte en general no se considera tan importante.
–Sí. Esperamos que dentro de 50 años la gente se queje de cómo tratábamos nosotros al arte desde el año 2012 hasta... pero que no muchos años más y que la cultura encuentre su hueco en 2015.
–Hace poco protagonizó un personaje en El Príncipe. ¿Salir en televisión le ayuda a conseguir más papeles o sólo sirve para que la gente le conozca?
–El hecho de salgas en televisión puede ser un estímulo para que la gente vaya al teatro a verte. No es una carta segura, pero puede ayudar que luego quieran saber cómo eres físicamente. Aunque lo que está claro es que la televisión es el escaparate para un actor en España. Uno es conocido por la televisión. La fama la da la televisión, pero el prestigio está en el teatro y el cine. Los amigos de mi padre me dicen que no estoy trabajando porque no ven ahora en la tele (risas). Parece que uno sólo trabaja cuando sale en televisión y sino es que estás parado. Afortunadamente voy intercalando las tres cosas.
–¿Recuerda lo que le llevó a subirse a un escenario?
–Eso no se olvida. Quien lo haga entra en crisis. En mi caso es una llama que se enciende, como en el amor. Mi génesis en la interpretación fue en el colegio. El director del centro Isaac García nos metió el veneno del teatro en el cuerpo porque hacía las clases de literatura en el escenario. Hicimos muchas obra se teatro y la llama de ese placer de subirme al escenario no se apagó nunca. Es el placer de jugar.
–Por último, ¿cómo describiría ‘Historia de un cuadro?
–Es una obra que cumple con dos objetivos, como son entretener y hacer reflexionar. Actualmente la exigencia que tenemos los profesionales de la cultura es que hay que servir la comida cultural para poder saborearla, guste más o guste menos, pero que siempre tenga sabor. Esta obra está bien cocinada y bien servida. Servimos una buena comida cultural.
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