Los agentes que conforman el despliegue policial de la Operación Feriante están en alerta desde ayer. La vigilancia se extremará en el puerto y sus inmediaciones hasta mañana, cuando está previsto que embarque hacia la península el último camión con las atracciones que han estado instaladas en el Real durante la última semana. Nuevamente podremos contemplar escenas de inmigrantes saliendo de los más ocultos e insospechados rincones de los vehículos y su carga. No ha cambiado nada en los países de origen de estas personas como para que dejen repetirse cada año esas imágenes. Continuaremos observándolas mientras el problema de la inmigración no se aborde en su origen. Incluso puede ocurrir que, como sucedió el año pasado, el número de polizones interceptados sea esta vez todavía mayor que la anterior. Ese dato es la prueba de que aunque la crisis económica sigue presente en España y en la mayoría de los países de Europa, éste continúa siendo el ‘paraíso’ para unos inmigrantes que sólo ven miseria cuando echan la vista atrás.
Especialmente grave es la situación por la que atraviesan muchos menores, dispuestos a arriesgarlo todo para dar el salto a la península. Sus países no garantizan ninguno de los derechos innatos en cualquier niño que viene al mundo en este lado de la frontera.
Para todos ellos, el futuro pasa por tratar de cruzar el Estrecho. Afortunadamente, esta arriesgada aventura a bordo de los camiones que transportan las atracciones de feria no se ha cobrado ninguna vida en los últimos años. El hecho de que no haya habido que lamentar ninguna desgracia se debe en gran medida a los agentes que participan desde ayer en este operativo contra la inmigración ilegal. En algunas ocasiones, el lugar elegido por los polizones para ocultarse habría sido causa de serios daños físicos de no haber sido descubiertos por los guardias civiles. De nuevo estos funcionarios deberán compaginar en su labor diaria el trabajo como garantes de la legalidad vigente y la prestación de auxilio a personas cuya integridad puede correr serios riesgos. Es una paradoja más de la inmigración, que guarda en sí misma contradicciones que la convierten en un problema de muy difícil solución. Es un dilema para el que se proponen múltiples y variados salidas, remedios que comparten al menos dos características: Ninguno es definitivo y todos contribuyen a complicarlo aún más.