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“Para mi familia es sagrado pasar este día completo con nuestros difuntos”

Dolores Núñez, una gitana melillense, pasó el día de Todos los Santos en el cementerio, como manda su tradición · Un gran número de ciudadanos visitó ayer la Purísima y llenó de flores las sepulturas de sus seres queridos.

 

Sentada en un escalón frente a la sepultura de su madre, Dolores Núñez hace reír a su nieta. Con un simple pañuelo de papel esta pequeña de año y medio se entretiene sin saber que su abuela hoy está más pensativa de lo normal. En el Día de Todos los Santos uno es más consciente, si cabe, de la falta de los seres queridos y Dolores tiene en su pensamiento a su madre. Hace un tiempo que falleció, pero para los gitanos es muy importante seguir “cuidando” a sus mayores, aunque ya no estén en este mundo, según aseguró a El Faro. “Para mi familia es sagrado pasar este día completo con los difuntos”, explicó esta melillense que llevaba desde bien temprano en el cementerio de la Purísima. Ella es una de las miles de personas que ayer limpiaron y llenaron de flores las sepulturas de sus familiares en el día de Todos los Santos.
Dolores Núñez indicó que cuando ella era joven, todos lo gitanos de la familia se quedaban a pasar el día completo en el campo santo para homenajear a sus parientes difuntos. “No se movían de aquí ni para hacer pipí. Se traían sus bocadillos y esperaban a que diera la hora del cierre para irse a casa”, destacó
Ahora no hay mucha gente que cumpla con esta tradición, pero en su familia intentan hacerlo.
Este año le tocó hacer la comida a los nietos, así que pensó irse sobre las 14:00 horas para casa, pero volver inmediatamente al cementerio y continuar velando a sus difuntos.
Dolores explicó que muchos de sus hijos y de sus parientes tienen miedo de pisar el campo santo. Pero ella no. Aseguró que desde que era joven sentía un gran alivio visitando a sus seres queridos. Aún hoy en día, cuando sale por la puerta de la Purísima, respira profundamente y siente que se le ha quitado un peso de encima tras hacer esta visita.
Dolores no estaba sola, ya que sus nietos y otros familiares se estaban turnando para hacerle compañía. Pero sin duda, se echaba de menos a los que ya no pueden estar a su lado rezando a Dios por conservar la buena salud y el trabajo.

No remover su alma

Esta melillenses explicó que los evangelistas como ella no molestan a sus familiares fallecidos pidiéndoles milagros. Dolores aprendió, cuando entró en la iglesia evangélica, que el único que puede hacer cosas por los humanos es Dios, así que dirige todas sus súplicas y peticiones al Señor. Incluso comentó que para los gitanos eso de hacerles encargos a los difuntos es como removerles el alma. “Si les pides algo van a estar en vilo y realmente, no pueden hacer nada por nosotros. Así que yo se lo pido todo a Dios”, afirmó.
Ella tiene la esperanza de que sus hijos sigan algún día con la tradición gitana de pasar el día de Todos los Santos junto a las sepulturas de sus familiares. “La juventud de ahora no es como la de antes”, indicó resignada.
Dolores visitó ayer la sepultura de su madre y la de otras personas mayores a las que ella veneraba. Así, destacó que no sólo sus familiares tienen sus flores “bien puestas y bonitas”, sino otros gitanos que formaron parte de su niñez y juventud y que ayudaron en su educación. “A ellos tampoco les faltan las flores”, apuntó.
Últimamente ha estado muy ocupada y con mucho trabajo, pero espera que en poco tiempo pueda volver a visitar el cementerio como antes, es decir, cada semana, para adecentar estas sepulturas.

Los huesos de santos, muy ricos

Los golosos que ayer no acudieron temprano a las pastelerías y confiterías de la ciudad se quedaron sin huesos de santo. Alrededor de las doce y media de la mañana ya no quedaban estos dulces típicos del Día de Todos los Santos por ningún lado.
Las colas en las pastelerías fueron ayer más larga de lo habitual, pues aunque los huesos de santo se acabaron pronto, aún hubo tiempo para escoger entre una cajita de payés o de buñuelos.
Una melillense que salía de una de las confiterías más famosas de la ciudad aseguró a El Faro que ellos siempre compraban los dulces, porque hacerlos en casa era muy complicado y además, la receta de esa casa pastelera es mejor que la que tienen  en la familia.
Los buñuelos se los iban a comer todos juntos sobre las seis de la tarde con un café calentito, para comentar las últimas novedades de la familia.

Miles de visitas estos días

La Purísima acoge desde el pasado 31 de octubre la visita de centenares de personas que desean rendirle un homenaje a sus familiares y amigos difuntos.
Los melillenses subieron ayer la cuesta de la calle Castelar y Padre Lerchundi con cubos repletos de claveles, gladiolos y crisantemos.
Los que no podían subir andando y decidieron llevar el coche tuvieron grandes problemas para aparcar en las cercanías al cementerio, ya que había pocos aparcamientos libres.
Algunos ciudadanos optaron por comprar las flores para sus difuntos en la puerta de la Purísima, para no tener que cargar con los tradicionales claveles. Sin embargo, se dieron cuenta de que en estos puestos de flores, los precios son un poco más alto en el resto de floristerías de la ciudad.

Un lugar de encuentro y charlas

Hay muchas personas que no salen de sus casas o sus barrios a menudo, así que la visita de ayer al cementerio les sirvió para reencontrarse con antiguos vecinos, amigos o conocidos que llevaban mucho tiempo sin ver.
A las tradicionales preguntas de cómo están los padres o los hijos, se añadieron las clásicas qué tal el trabajo o la jubilación, según las edades de los conversadores.
Y es que la Purísima fue ayer un lugar de encuentro y charlas en los pasillos en los que confluían varias parcelas. También se produjeron muchos encuentros entre melillenses al visitar las sepulturas de los amigos. En esos momentos, la nostalgia se hace presente y los recuerdos de estas personas fallecidas ocupan  los pensamientos.
El día de Todos los Santos sirve, además, para inculcar a los más jóvenes el respeto por las personas que no están en este mundo y la tradición de visitarles para limpiar sus sepulturas, llenarlas de flores frescas y dedicarles una oración.

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