No es que todos los días nos guste ofrecer noticias alarmantes sobre el COVID-19 en nuestra ciudad, sino que son los propios políticos los que han definido estos momentos como verdaderamente alarmantes. Hay un dato claro y es que Melilla ya ha superado el rango de 400 en la incidencia acumulada, los contagios siguen contándose por decenas cada día y el número de fallecidos también aumenta. Es para echarse las manos a la cabeza porque no queda otro remedio. Recientemente ha vuelto a entrar un nuevo decreto firmado por el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, con el que se vuelve a las mismas restricciones que existían antes de las fechas navideñas.
Los expertos aseguran que o se controla tanto la movilidad como la interacción social o nos podemos encontrar dentro de unos días o dentro de unas semanas en cifras de seiscientos o setecientos positivos, al igual que nos sucedió durante los meses de octubre y noviembre.
Por tanto, ante la irresponsabilidad de unos pocos, como ha pasado durante las fiestas navideñas, no queda más remedio que volver a las viejas costumbres y esperar que con las restricciones se pueda bajar porque de lo contrario, mal vamos.
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