El Banco de Alimentos de Melilla tiene almacenadas 50 toneladas de alimentos para empezar a repartirlos en septiembre. La previsión es que en octubre lleguen más víveres de la Comunidad Europea, pero en esta ONG local no están por la labor de que en ningún mes del año falte ni un kilo de comida que poder ofrecer a las miles de familias que lo necesitan en nuestra ciudad.
En estos días de agosto, parte de los voluntarios que prestan su ayuda al Banco de Alimentos están descansando. Un tiempo para recargar las pilas y afrontar un otoño en el que, según las estimaciones de la organización, seguirá habiendo necesidad.
Gracias a entidades como el Banco de Alimentos las familias melillenses que peor lo están pasando, pueden sustentarse hasta que amaine el temporal.
Aunque la crisis económica que ha azotado el país en los últimos años empezó a notarse en Melilla algo más tarde, las cifras, no obstante, no han dejado de crecer, no solamente en desempleados sino en pobreza. Esa pobreza que empuja a muchas familias a acudir a nuestras ONGs para poder subsistir en muchos casos.
Sólo hace falta ver los datos del propio Banco de Alimentos para hacerse una idea de la realidad que se vive en nuestra ciudad.
Entre 20103 y 2014 las toneladas de alimentos que el Banco ha recibido en Melilla han aumentado más de un 250% en consonancia con el número de beneficiarios de la ayuda que presta esta organización. En 2013 el Banco de Alimentos repartía su comida entre 6.436 personas. En tan sólo doce meses la cifra se ha duplicado con creces. El año pasado esta organización atendió a 15.000 personas, lo que implica un crecimiento de la necesidad en nuestra ciudad de más del 133%.
Es por ello que, mientras que los gestores locales y estatales hacen por crear empleo y que la economía se recupere, las ONGs necesitan de un apoyo institucional y social extra por la labor que realizan.
Las ONGs como el Banco de Alimentos llegan dónde la Administración no puede llegar en muchos casos. Su labor es esencial en estos tiempos que corren para paliar la necesidad generada por esta crisis económica. Si bien es cierto que en datos macroeconómicos la economía nacional empieza a ver la luz al final del túnel, aún queda mucho por hacer que esos datos positivos se noten a nivel microeconómico. Es decir, que la recuperación también signifique la recuperación de la economía familiar.