“La frontera ilegal”, cantaba el grupo musical Txarango cambiando la letra a una estrofa de la canción ‘Clandestino’, de Manu Chao. Mientras, los cómicos de Pallasos en Rebeldía representaban un número de funambulismo en la explanada a las puertas del CETI ante decenas de acogidos en ese centro de estancia de inmigrantes.
Antes de comenzar el espectáculo ‘A desalambrar’, uno de los integrantes de Pallasos animaba a las personas que residen en el CETI a acercarse. “Los del campo de golf también estáis invitados”, agregó este artista, en referencia a las instalaciones ubicadas junto al centro de inmigrantes.
Antes de la actuación en la explanada junto al centro, que comenzó a media tarde, Pallasos en Rebeldía y Txarango habían intentado escenificar una actuación en un punto de la valla cercano al cementerio musulmán. Sin embargo, la llegada de un vehículo de la Guardia Civil interrumpió la actuación.
“La ‘performance’ era de dos payasos que hacían de militares de las Naciones Hundidas que se encuentran con unos músicos que quieren tumbar la valla con su mensaje de libertad y los intentan expulsar”, relató Iván Prado, de Pallasos en Rebeldía. “Pero en el momento cuando los están intentando expulsar, llegó la Guardia Civil, nos identificó y ha parado la actuación. Ha sido un ‘coitus interruptus’ artístico”, recordaba con sentido del humor.
“Venimos a desalambrar fronteras y corazones”, añadió Prado. “Creemos que la única frontera es nuestra piel e incluso ésa se puede derribar al hacer el amor”.
Alguer Miquel, vocalista de Txarango, aportó una visión similar a la de sus compañeros cómicos: “La música es un lenguaje universal y lo mezclamos con las risas de Pallasos. Todo el mundo se ríe en el mismo idioma. Hay que poner el foco en estas fronteras que pagamos entre todos y nos separan a los unos de los otros”.
Durante la actuación de ambos conjuntos ante el CETI, poco a poco se iba acercando público. Muchos de ellos eran inmigrantes subsaharianos, pero también los había de países magrebíes.
La mujer argelina y su hijo
Entre estos últimos se encontraba Nasiha, la mujer que anteayer pudo reunirse con su hijo de tres años tras conocerse los resultados de las pruebas de ADN practicadas a ambos, que confirmaron el parentesco existente. Su marido (que entró en Melilla casi dos semanas después que ella), su niño y ella disfrutaron del espectáculo
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