Palazón: “El pegamento quita a los menores el frío, el hambre y la vergüenza”

 Afirma que la escena de niños en la calle es como la de una ciudad de un país subdesarrollado

El presidente de Prodein, José Palazón, asegura que el Supersol no es la única zona de la ciudad donde los menores extranjeros no acompañados ‘hacen guardia’ para coger alimentos de la basura. Explica que es su forma de sobrevivir. También afirma a El Faro que ha habido un repunte en el número de menas que se está enganchando al consumo de pegamento desde el invierno pasado. Asegura que hay un grupo de voluntarios que está intentando echar una mano a estos niños y adolescentes, pero que no es suficiente. “El pegamento les quita el frío, el hambre y la vergüenza de estar en la calle”, asevera.
Palazón subraya que las escenas que  ven los vecinos que viven cerca de la parte de atrás del Supersol son una “vergüenza para Melilla. Asevera que la ciudad no puede ser como el resto de las de España cuando se permite que menores estén en la calle consumiendo comida de la basura e inhalando pegamento para olvidar quiénes son. Y añade que estas imágenes son iguales a las que se pueden ver ciudades de países subdesarrollados y por ello, insiste en que es una “barbaridad”, se produzcan en Melilla.

Los hombres del saco
El presidente de Prodein explica que son los mayores de los grupos de menas los que comenzaron a consumir pegamento. Esta práctica se ha ido extendiendo en el invierno y, aunque hay voluntarios de la ONG que están trabajando en la calle con estos niños para evitar que caigan en este consumo, no siempre pueden cumplir con su objetivo. Los mayores son como los ‘hombres del saco’, aclara Palazón, pues son personas que ofrecen ‘cuidar’ a los más pequeños, pero a la vez les amenazan y hacen que sientan miedo. Por eso, muchos también acaban inhalando pegamento. Palazón insiste en que no sirve de nada trabajar con los menores en los centros de acogida porque hay un grupo que siempre se escapa. Señala que hay que llevar a los educadores a la calle y trabajar con los menas en los lugares donde están malviviendo para poder convencerles de que vuelvan a La Purísima.

Por qué se escapan
El responsable de Prodein asegura que el problema de base de que los menores estén en la calle radica en La Purísima. Asevera que ningún menor desea comer de la basura, inhalar pegamento y pasar frío. Palazón afirma que los menas le dicen que cuando llegan a La Purísima hay un grupo de monitores y otros menores que les hacen la vida imposible. Según estos menas, les agreden física y psicológicamente, les dejan con la ropa de la calle durante días y les impiden salir del centro. Por eso,acaban escapando de La Purísima, señala Palazón, que también reconoce que hay otros educadores y monitores que están haciendo un gran trabajo con los menas en ese centro.

En la península se está mejor
El presidente de Prodein indica que no sólo es necesario cambiar la política que siguen algunos trabajadores de La Purísima y acercarse a los menas en la calle, sino que es preciso trasformar la manera de abordar esta problemática.
Palazón afirma que entre cuatro y cinco menas consiguen colarse en los barcos y llegar a la península cada semana. Los menores saben que allí el trato es mejor y por ello, prefieren vivir en la calle para probar suerte e intentar entrar en un navío. En Melilla, no van al colegio, no son bien recibidos por algunos trabajadores del centro de La Purísima, “los encierran cuando hay algún acto importante en la ciudad” y no tienen residencia cuando cumplen los 18 años, por lo que se quedan sin este lugar de acogida a esa edad.
También resalta Palazón que hay menores con familia en la península y la Ciudad no les permite reunirse con ellos. De ahí que insista en cambiar la política social sobre menores.