Pagar para exigir

No ha pasado desapercibido para nada el artículo que publiqué en la edición dominical en relación con la nueva convocatoria de elecciones que se va a desarrollar en la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME). No es mi ánimo contestar a nadie, ni por sus comentarios escritos ni tampoco por los hablados, sino explicar que la CEME no es un juguete al que nos acercamos o no nos acercamos en función de nuestros propios intereses.

La CEME tiene una historia detrás, nada más y nada menos que cuarenta años defendiendo los intereses de los empresarios de Melilla. Una veces lo habrán hecho con más acierto y otras veces con menos acierto, pero, al menos, se entiende que toda la vida con una directriz clara: la defensa de Melilla y de su clase empresarial.

Quien pueda entender intereses oscuros y extraños en estos artículos más bien que mire hacia otro lado. Es simplemente el análisis de una actividad realizada durante los últimos catorce meses por parte de Pepe Reyes y las personas que le acompañan en el quehacer diario de la CEME.

Porque aunque pueda parecer lo contrario, al final, las asociaciones cuestan dinero en su funcionamiento y son sus integrantes quienes están obligados a su mantenimiento. Cosa distinta es que por parte del Estado se hayan buscando otras fórmulas alternativas de financiación como son los cursos que, al igual que para los empresarios también existen para los sindicatos, aunque ahora están más que parados.

Lo mejor es poner ejemplos para que todos nos entendamos. Vamos a elegir a dos asociaciones con peso en Melilla como son Acome y la Asociación de Hostelería. Cuando se convocaron las elecciones que ahora han sido anuladas por el Juzgado resulta que estas asociaciones debían entre siete y ocho años de las cuotas que debían abona a la CEME. Para que pudieran presentarse y votar les condonaron varias anualidades para que no sufrieran económicamente y abonaron parte. Pues bien, pasaron esos comicios, los perdieron y resulta que han vuelto a dejar de abonar las cuotas mensuales a la CEME.

¿Realmente se puede entender que una asociación de empresarios no abone y luego proteste? No parece lo más común, mientras que hay otros que sí están soportando esa situación angustiosa que tiene la CEME, poniendo hasta dinero de sus bolsillos para que en Melilla no desaparezca la institución que agrupa a todos los empresarios. Porque, sin faltar a nadie, ser miembro de la Plataforma es fácil: no se paga ni un euro y ante lo gratis todos se dan tortas por entrar.

Realmente si se paga cuando llegan los períodos electorales lo que se está buscando es otra cosa: el sillón por el sillón. Mientras que las estrecheces se las dejamos a otros para que se partan la cabeza. Un ejemplo muy fácil: estas asociaciones que no abonan sus cuotas podrían ir un día por la sede de la CEME y explicarles a los trabajadores contratados las razones por las cuales no cumplen con sus obligaciones de asociados.

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