Se acerca la ‘castañada’ de la Casa de Melilla en Almería, la bienvenida oficial al otoño que ofrecen los directivos de la institución que preside Lola Ruíz, una idea de Francisco Aguirre Tortosa, el motor de explosión de esa Casa que sienta sus reales en pleno Zapillo indálico.
Idóneo rincón para ver cómo zarpa y llega el buque correo con procedencia y destino, respectivamente, a Melilla, la tierra de los socios de la que presumen allá donde van, en cualquier marco escénico y es que Rusadir pesa lo suyo en los corazones de los melillenses de Almería gracias, entre otras personas comprometidas, al vicepresidente y relaciones públicas de la representación regional, Paco Aguirre.
Del que –diríamos- es el paradigma de la amistad con los suyos y absoluta y desinteresada entrega por la ciudad que le vio nacer. Hace años calificamos de embajadora la labor de la Casa de Melilla en Almería. Gran parte de esa cualidad es aportada por Paco porque, en su cabeza, hay un horno del que emanan ideas, todas calificadas por el entusiasmo personal y el cultivo de la amistad. Aguirre aparca su papel de ‘contacto con los medios de comunicación’, para ir más allá: la siembra de la amistad. Con castañas, acelgas esparragás, con el puntual y pulcro desarrollo del programa ‘Conozcamos nuestros pueblos’, con cualquier iniciativa que organice y ejecute, la vocación por el fomento de la amistad se convierte en el denominador común de todo lo que hace el vicepresidente.
Siempre ocupando su lugar, con absoluta discreción y mucho trabajo que realiza mano a mano con una entusiasmada presidenta, Aguirre Tortosa –el árbitro que fue, hoy bancario- simboliza el día a día de una casa de representación que no cesa y además aglutina porque hay pocas casas tan unidas como la de Almería y pocas con la capacidad de lucha que, en su día, hizo falta para ser dueños de esa hermosa sede del Zapillo.
Y, además, es persona sencilla, cercana y agradecida. No queremos que los melillenses tengan que abandonar por ninguna razón su tierra pero, si lo anterior no es posible, lo mejor es que se rodeen de personas como Paco Aguirre, en el que siempre encontrarán la amistad en la distancia, el conjuro de los saudades, el disfrute de momentos inolvidables. Dicen los más veteranos del lugar que, con Paco, Lola y demás directivos, se sienten acaso más orgullosos de ser melillenses.
Sea bienvenida la representación socio-diplomática de Melilla en aquellas tierras, sea loado en ingente trabajo de Paco Aguirre. Es, como las colombianas, un cante de ida y vuelta que siembra vínculos de amistad en dos ciudades sólo separadas por un puñado de millas marinas.
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