Ayer fue un día muy intenso informativamente hablando. Se celebró el esperado
homenaje a las mujeres policías, con notoria ausencia del delegado del Gobierno, que se dejó representar en el acto por la nueva secretaria del organismo gubernativo, la desconocida Elena Alonso que sustituyera a Francisco Avanzini en el puesto.
Posiblemente, sabia lo que iba a ocurrir y aunque los dirigentes del SUP fueron elegantes en sus críticas contra el desamparo que el Gobierno otorgó a unas funcionarias policiales especialmente vejadas por el hecho de ser mujeres, la
situación no iba a ser cómoda. Otros de su cuerda, como los socialistas Dionisio Muñoz y Celia Sarompas, sí acudieron. Faltar habría resultado muy ilustrativo y mucho más difícil de explicar tras la condescendiente inhibición o falta de
pronunciamiento socialista durante el cenit de los conflictos, en beneficio de un entendimiento con Marruecos que nunca debe estar reñido con la justa defensa de nuestros valores democráticos, tal cual es el de la igualdad entre hombres y
mujeres.
Al margen del acto, que fue rápido pero que contó con un bonito y bien estructurado discurso de Pilar Olalla, secretaria de igualdad de la ejecutiva nacional del Sindicato Unificado de Policía, la jornada de ayer, informativamente
hablando, dio para mucho y también tuvo que ver mucho con los conflictos en la
frontera por lo que sucedió en el Pleno de Control.
Lejos de lograr que la sesión fuera una reflexión constructiva sobre la postura
que se debe adoptar frente a Marruecos en situaciones de tensión, crisis y presión como las vividas a instancias de nuestro vecino durante el pasado verano, el Pleno se convirtió una vez más en un campo de batalla al servicio de todo tipo de acusaciones, a veces en tono infantil incluso: "De todo lo que tu me acuses, tu siempre serás infinitamente más", llegó a decir el presidente
Imbroda a un Mustafa Aberchán empeñado en tachar de "corrupto" al primer
edil de Melilla.
Y así podría contarles de nuevo todo el rosario de improperios que se soltaron pero que ya se refleja ampliamente en la crónica y demás informaciones que sobre el mismo Pleno abren hoy nuestra sección con carácter previo a esta opinión, como suele ser habitual en el orden informativo de nuestro Diario.
Estamos en la recta electoral y si durante todo el presente mandato –que no legislatura porque aquí nada legislamos- ha resultado imposible un mínimo diálogo constructivo entre Gobierno y oposición, ahora con las votaciones tras la esquina sí que no va a serlo.
Entre lo peor, el retrovisor que ayer se puso en marcha inopinadamente para remontarnos a los tiempos de 'Fraga, Melilla no te traga', a la repetición de las generales del año 89, a las variadas mociones de censura y otros episodios conflictivos de un pasado que, de una vez, debemos empezar a enterrar para construir el presente.
También resultó burdo que se midieran en la honestidad política recordando las
inhabilitaciones de Velázquez y Palacios y aduciendo que si Aberchán no corrió la
misma suerte fue porque el Gobierno de Imbroda, "por caridad cristiana", optó por no denunciarlo.
En suma, que el Pleno merece un cero gigante porque no sirvió de nada y porque
parece que todo se queda en el rifirrafe político sin opción a abordar los muchos
asuntos que preocupan a los melillenses, como sigue siendo nuestra incertidumbre sobre el futuro económico de Melilla o la falta de alternativas para dar trabajo a nuestros casi nueve mil parados.
En mi crónica digo que el Pleno fue un déjà vu como dicen los franceses para referirse a la sensación en presente de una vivencia que parece surgir del pasado, es decir que parece haberse vivido antes. Sin duda, el Pleno de ayer, en gran parte de su discurso, fue una reedición de sesiones de control antes celebradas y, en lo tocante a los conflictos fronterizos, modos y maneras
de sentir y defender nuestra españolidad desde las distintas formaciones
políticas, no sólo fue una repetición de lo dicho en sucesivas ruedas de
prensa y declaraciones a los medios por esos mismos partidos; fue un ejercicio
burdo de pugilato verbal que poco bueno puede reportarnos y que, guste o no, sí que ha dado un triunfo a Marruecos, porque al menos ha logrado enfrentarnos intramuros un poco más.
Por último, un apunte: no entiendo como la oposición se permite reiterar además en la misma sesión el mismo debate, es decir, propiciarlo por partida doble presentando, de un total de cuatro interpelaciones, dos de ellas en idéntico sentido. Demuestran que hacen muy mal sus deberes, tanto que el PSOE, en un lapsus, en la transcripción por escrito de la interpelación coincidente con otra de CpM, propone "recuperar el déficit democrático". Sí,
lo que leen, recuperar en lugar de paliar el déficit que según ellos dicen existe con el Gobierno Imbroda. Lo dicho, muy mal, muy mal los deberes y muy mal también el Ejecutivo y el PP, al final a la misma altura que sus opositores.
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