Categorías: Editorial

Otro capítulo de la Operación Ópera

O TRO registro, nueva documentación que se incorpora a la investigación y otra dosis de rumores para todos los gustos.

La instrucción judicial de la ‘Operación Ópera’ señala con el dedo a más personas y empresas mientras el caso continúa bajo secreto de sumario. Ayer, agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil entraron en los dos establecimientos de Joyas Victoria de la Avenida Juan Carlos I y de la calle Sidi Abdelkader. Su presencia no pasó desapercibida, más bien ocurrió justamente lo contrario. Nada obliga a estos agentes de la Benemérita a actuar con discreción. Nada les prohíbe exhibir los chalecos distintivos que les describen como guardias civiles. Probablemente consideraron necesario mostrar públicamente su condición de agentes además de identificarse de manera oportuna ante los responsables de los establecimientos a los que acudieron a retirar documentación. Es la línea que han adoptado los miembros de la Benemérita desde aquella primera entrada y registro en el Palacio de la Asamblea y en varias consejerías. Ocurrió allá por septiembre del año pasado. Hoy estamos a punto de cumplir el noveno mes desde aquel despliegue policial y aún no sabemos qué se gesta en el Juzgado de Instrucción número 4. En este tiempo su titular ha venido prorrogando el secreto de sumario, ha ordenado la detención y puesta en libertad de un consejero, un empresario y dos cargos del área de Medio Ambiente. También ha autorizado el registro de viviendas y de dependencias de empresas.
La conclusión de estos nueve meses de pesquisas, más los anteriores de investigación con mayor discreción, es un misterio. De momento, el único efecto real es el manto de sospecha que se viene expandiendo por la ciudad desde aquellos primeros registros del 12 de septiembre. Le siguieron un mes más tarde las detenciones de los cargos públicos poco antes de que la juez dejara en libertad al empresario que cumplió 40 días en la prisión. Luego llegaron nuevos registros en dependencias de la Ciudad Autónoma y en varias empresas adjudicatarias de contratos y servicios. Ayer Joyas Victoria se sumó a esta lista.
La investigación de la Guardia Civil requiere su tiempo y la presunta complejidad del caso puede aconsejar a la juez la adopción de medidas que garanticen que nada entorpece las pesquisas. Sin embargo, tarde o temprano los agentes deberán poner negro sobre blanco el resultado de su trabajo. Ese día, cuando por fin se levante el secreto del sumario, podremos juzgar si ha merecido la pena la espera, si estaban justificadas las medidas adoptadas por la titular del juzgado (incluidas las detenciones) y si eran necesarios los sucesivos despliegues policiales más o menos espectaculares. No cabe ninguna duda de que tarde o temprano habrá ‘juicio’ y, por supuesto, ‘veredicto’.

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