Categorías: Editorial

Otra redada más

Las escolleras del puerto fueron ayer el escenario de una nueva redada de la Guardia Civil, en colaboración con la Policía Nacional y Policía Local. El objetivo de los agentes de la Benemérita fueron los menores extranjeros no acompañados que se ocultan en esa zona con el objetivo de aprovechar cualquier oportunidad para introducirse en un buque y viajar como polizones a la península.

No es la primera vez que guardias civiles, auxiliados desde el aire por un helicóptero y desde el mar por efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas, llevan a cabo una redada como la de ayer. Y nada parece indicar que vaya a ser la última porque el problema continúa sin ser abordado desde la raíz. No se han analizado los motivos por los que estos menores no desean permanecer en el centro de acogida de La Purísima y, por lo tanto, no se han planteado medidas efectivas para convencerles de que  abandonen sus planes de viajar a la península como polizones. Son dos cuestiones fundamentales para tratar con seriedad el asunto. Y quizá no sea necesario ir muy lejos para encontrar las respuestas, ya que este problema, en el caso de las menas, es inexistente en nuestra ciudad. No hay niñas o adolescentes extranjeras deambulando por nuestras calles porque las religiosas que en Melilla se ocupan de acogerlas, educarlas y formarlas como personas que son, han sabido dar con las respuestas adecuadas a las dos preguntas que ni siquiera han sido planteadas en el caso de los menas varones.
El efecto visible, al menos momentáneamente, de la redada de ayer es que esos menas ya no deambulan por las calles de la ciudad, no están en Melilla la Vieja, en el puerto, en las escolleras, en el Paseo Marítimo ni en la cuenca del río de Oro. En todos esos puntos se desarrolló ayer la operación de la Guardia Civil. Los agentes, como no puede ser de otro modo, cumplieron de manera eficaz con su cometido, aunque todos ellos fueran conscientes de que su esfuerzo iba a ser totalmente estéril. No sirvieron las anteriores redadas para poner punto final al problema y tampoco servirá esta última. De hecho, a estas horas parte de esos 87 menores interceptados en la madrugada y mañana de ayer puede que ya esté de vuelta en la calle.
Del mismo modo, tampoco ha servido de mucho situar un puesto de vigilancia de la Guardia Civil en la cuesta de la Florentina para evitar que los menas accedan a la escollera. De hecho, varios de ellos fueron interceptados ayer por los agentes en esa zona, lo que indica que habían sido capaces de burlar ese punto de vigilancia y el otro situado junto al faro de Melilla La Vieja. Este último, hay que recordarlo, se dispuso después de colocar una reja junto al edificio que no evitó que un joven cayera por el precipicio y su cadáver fuera encontrado al día siguiente.
¿Para qué ha servido esta última redada? Sólo para recordarnos que el problema continúa existiendo y que todavía aguarda una respuesta realmente eficaz.

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