Las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) referidas al primer trimestre del año han arrojado sobre el conjunto del país un jarro de agua fría. Sólo en La Rioja el desempleo bajó tanto en relación al trimestre anterior como a hace un año. En nuestra ciudad, por el contrario, el drama del paro alcanza unas cifras dramáticas. No sólo el 31,7% de las personas en edad de trabajar no encuentra un empleo, sino que además en el 23% de los hogares de Melilla todos sus miembros se encuentran desocupados.
La situación es inquietante por el elevado número de personas que se están viendo directamente afectadas por la crisis económica, pero es aún más preocupante porque la persistencia del problema está ahogando la esperanza de muchos ciudadanos.
El Gobierno central insiste en la existencia de indicios que apuntan a una próxima recuperación, que ahora vaticina para 2014 en el conjunto del Estado. Por su parte, los empresarios de la ciudad confían en que haya tocado fondo este drama, que en el caso de Melilla es una tasa de paro que afecta a casi el 32% de la población activa. El mal menor al que se enfrentan todos estos ciudadanos es aguardar con paciencia un año con la ilusión de que luego alguno de ellos pueda conseguir un trabajo. Pero si las previsiones del Gobierno no son acertadas, la esperanza acabará por sucumbir a base de las dramáticas pinceladas que llegan con cada estudio del mercado laborar. El cuadro que tenemos enfrente es paisaje sombrío, en el que algunos quieren adivinar rayos de esperanza y otros sólo ven oscuros nubarrones. Pero lo cierto es que, al margen de lo que depare el futuro, las circunstancias presentes no permiten olvidar que hay numerosas personas que viven un drama diario y que existe el riesgo de que pierdan la confianza en el sistema.